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23 de diciembre de 2024

Economía de la oferta y el caso de EEUU: Las buenas intenciones y el efecto derrame a los sectores vulnerables

En el presente artículo, nos estaremos enfocando en el origen de la corriente denominada como “economía de la oferta” y estaremos verificando sus resultados durante el mandato de Ronald Reagan (1980-1989), a través de sus resultados macroeconómicos, especialmente aquellos relacionados con la producción y la distribución.

Por Leonardo Fernandez – Investigador

De acuerdo al libro mundialmente famoso de introducción a las ciencias económicas escrito por Paul Samuelson, denominado simplemente como Economía, el concepto base de esta ciencia abarca dos aspectos clave sobre la utilización de los recursos que se asumen como escasos: la forma en la cual los extraeremos y procesaremos (producción) y quién obtendrá los beneficios (distribución). 

Mucho ya se ha hablado y discutido sobre lo denominado como “trickle-down effect”, “spillover effect” o “efecto goteo”, el cual no es más que una metáfora para ilustrar que los beneficios privados obtenidos por un determinado sector económico redunda necesariamente, en mayor o menor medida, en una mejora del bienestar de la población. 

En la década de los ochenta y noventa, muchos gobiernos del mundo, basados en este efecto y otras políticas, adoptaron lo denominado como “economía de la oferta” (en contraposición a la ortodoxia de la economía de la demanda) y procuraron apoyar, mediante políticas públicas de estímulo a la inversión -ya sea con normativas favorables o excepciones tributarias- a un o unos determinados sectores estratégicos, confiando en que la acción privada necesariamente implica, a su vez, incrementos en el nivel de vida de la población; en síntesis, podríamos afirmar que de acuerdo a este enfoque, el sector privado es capaz de generar desarrollo económico, coincidiendo con el famoso concepto de la “mano invisible” que conecta los intereses privados con los públicos, expuesta en el siglo XVIII por Adam Smith.

De este modo, se inició un proceso de liberalización y globalización en los negocios, principalmente corporativos, con miras a reimpulsar su crecimiento, el cual se había visto bastante afectado por la inflación -en el caso de los EEUU y Europa- y  por los estragos causados por la deuda pública, en el caso de los países latinoamericanos (estragos entre los que se incluye también a la inflación).

De acuerdo al economista Paul Krugman (premio Nobel de Economía), este enfoque, que empezó a fortalecerse tras el estancamiento del keynesianismo para dar con una explicación al fenómeno que vivía EEUU, en los años 70: la estanflación (crecimiento bajo, inflación alta). 

La victoria de Ronald Reagan en las elecciones presidenciales de dicho país en 1980 permitió que el enfoque de la economía de la oferta fuera puesta en marcha, utilizando de pilar teórico a la mítica “curva de Laffer”, la cual supuestamente había sido escrita en una servilleta durante una cena entre Arthur Laffer y otros funcionarios del gobierno. 

La curva muestra una parábola cóncava que ilustra cómo un incremento en la tasa marginal de impuestos aumentaría la recaudación fiscal solo hasta determinado punto, a partir del cual, seguir elevando los gravámenes podría afectar la producción a tal punto de empezar a reducir los ingresos del fisco.

Curva de Laffer

En el eje de ordenadas: recaudación fiscal
En el eje de abscisas: tasa marginal impositiva

En el eje vertical: recaudación tributaria 

En el eje horizontal: tasa marginal impositiva (en %)

De acuerdo al equipo económico de Reagan, Estados Unidos se encontraba en la fase descendente de la curva, por lo cual afirmaban que una reducción de impuestos era indispensable para la recuperación económica del país, así como para mejorar las finanzas públicas. En ese sentido, en 1981 se aprueba una gran rebaja tributaria que prometía una expansión tal de la economía, la cual según afirma Krugman, prometería destruir el pensamiento keynesiano. 

El resultado lo analizaremos desde tres perspectivas: producto, finanzas públicas, y desigualdad y pobreza. 

Si bien el crecimiento del producto llega a picos de hasta 7% y se mantiene positivo durante toda la década, es menester considerar que la economía estadounidense estaba sumida en recesión desde 1979 por la repentina subida de las tasas de interés por parte de la FED (Reserva Federal), por ello es posible afirmar que dichas altas tasas se alcanzaron gracias a que la economía simplemente se situaba nuevamente sobre la tendencia. Este argumento se refuerza observando el crecimiento promedio del producto interno bruto (PIB) potencial durante los 80, el cual se situó en 3,1%, menor al 3,3% de la complicada década de los 70 y al 4,3% experimentado en los 60.

En lo que refiere al manejo de las finanzas públicas, no hubo un solo año sin que el déficit fuera menor al 2,5% del PIB, alcanzando picos de hasta 5,7% en 1983, uno de los mayores en la historia de EEUU, solo superado por el resultado fiscal que siguió a la crisis del 2008. El promedio del déficit fiscal de la década de los 80 fue de alrededor del 3,6%, ampliamente superior al 1,5% de la década precedente. Así también, la deuda pública federal como porcentaje del PIB pasó del 30,9% a inicios de la década a 51,3% en el último trimestre de 1989. 

Por último, la distribución del ingreso siguió una tendencia hacia la desigualdad, con un índice de Gini que no se redujo ni un solo año durante el mandato de Reagan; la pobreza se mantuvo en promedio un 11,1%, mayor al 9,36% durante la década de los 70. Respecto al empleo, en noviembre de 1983 se llega a un pico de personas desempleadas de aproximadamente 10,8%, el mayor hasta la pandemia del COVID-19, aunque luego se experimenta una tendencia a la baja, pero que no resulta muy diferente a los resultados de la década del 70, y muy lejos de los alcanzados en los 60.

Aunque no podría tacharse de total fracaso las medidas de Reagan, estas pueden calificarse más bien de decepcionantes, contrastando completamente con la evolución de países como Corea del Sur, Japón, Singapur o Taiwán, que pasaron de la miseria absoluta en los años 50, a colocarse entre las principales potencias mundiales en la actualidad, atravesando una fase de crecimiento acelerado durante los años 80.

En conclusión, el largo mandato de Ronald Reagan en EEUU permitió observar las características clave de la “economía de la oferta”: expansiones súbitas financiadas por descalabros fiscales que van en detrimento de las políticas públicas orientadas a los sectores vulnerables. 

Los hacedores de políticas públicas, en este contexto de incertidumbre, deben recordar las experiencias pasadas respecto a determinadas medidas, las cuales si bien podrían tener buenas intenciones, su formulación lógica y realista prevalecen sobre ellas.

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