ANÁLISIS
En el denominado “Índice del Futuro Verde”, recientemente publicado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Paraguay aparece entre los peores del mundo en el trabajo para el desarrollo sostenible.
De hecho, nuestro país es considerado como uno de los 16 que serán dejados atrás en el “futuro verde”, por su falta de progreso y compromiso con un crecimiento moderno, limpio y de economía innovadora.
En el ránking de 76 países incluidos en el índice, el nuestro tuvo la penúltima posición – solo por encima de Qatar -, con una calificación de 2,72 puntos. Incluso fue tachado como un “abstencionista del clima”, a pesar de poseer una de las herramientas de producción de energía renovable más grandes del mundo: la represa de la Itaipú Binacional.
Además, Paraguay es uno de los países con mayores emisiones de carbono del mundo, junto otros como Turquía, Etiopía y Pakistán.
Inclusive en el tópico de innovación limpia, es el último en todo el mundo por su falta de iniciativas y demostraciones institucionales de interés en la materia.
Según se explica en el informe del MIT, la perspectiva de inversión e innovación para construir un futuro verde se refleja en el índice y es el pilar que mide el número relativo de patentes ecológicas, inversión transfronteriza en energías limpias, e inversión privada en tecnología alimentaria.
Crear una estructura de mercado eficaz para la fijación de precios y el comercio de créditos de carbono es un componente fundamental de política de acción climática, según las recomendaciones que hace el Instituto.
Más de la mitad de los países clasificados en este Índice ya implementaron un sistema de comercio basado en emisiones de productos financieros o alguna forma de impuesto sobre sociedades emisoras de carbono, objetivo del cual Paraguay se encuentra muy lejos y este es uno de los motivos por los cuales es relegado a los últimos puestos.
Los «líderes verdes» del mundo son así Islandia, Dinamarca, Noruega, Francia, Irlanda, Finlandia, Costa Rica, Nueva Zelanda, Bélgica y los Países Bajos.
Entre los sudamericanos, el mejor posicionado en este ránking del MIT es Uruguay, ya que se encuentra en el puesto 20 de los países que muestran el progreso y compromiso más importante para construir un futuro con baja emisión de carbono. Comparte esta lista con Alemania, Suecia, Luxemburgo, Canadá, Austria, Singapur, el Reino Unido, España y Suiza.
Estados Unidos figura entre los países que están teniendo un progreso y compromiso con la construcción de un futuro verde – en el puesto 40 -. China aparece entre los que exhiben un progreso y compromiso lento y desigual – en el puesto 45 -, mientras que Japón también está en esta categoría, pero en el peldaño 60.
Preocupantes resultados
El Centro BASE Investigaciones Sociales considera que uno de los datos más preocupantes del informe del MIT es el penúltimo lugar que ocupa Paraguay en materia de aplicación de «Políticas Climáticas».
Explica que esto demuestra el poco compromiso de las autoridades paraguayas a la hora de implementar políticas de protección al ambiente que sean capaces de enfrentar la crisis climática; esto, a pesar del elevado nivel de exposición que sostiene tiene el país a la afectación por el cambio climático.
«Este penúltimo lugar es reflejo de dos elementos: por un lado, el modelo económico basado en el agronegocio, la altísima concentración de tierras y la deforestación; por el otro, la elevada dependencia de los hidrocarburos de nuestra matriz energética, a pesar de la alta producción de energía renovable con que cuenta el país», señaló el ingeniero ambiental Guillermo Achucarro, para el análisis que publicó el Centro en su sitio web
Denunció que el Gobierno actual no cuenta con planes para revertir estas situaciones; por el contrario, advirtió que sus políticas profundizan el modelo vigente «que afecta gravemente al ambiente y deterioran la calidad de vida de las paraguayas y paraguayos».
¿Qué se puede hacer desde Itaipú?
Es importante tener en cuenta que el país se encuentra próximo a la revisión con el Brasil del anexo C del tratado de Itaipú, y esta podría ser una cuestión crucial para el futuro del desarrollo sostenible en nuestro país.
Al ser consultada sobre el tema, la politóloga Cecilia Vuyk recordó que el tratado en sí mismo fue signado durante la dictadura militar y en el contexto de una ocupación militar brasileña al territorio.
Consideró que el resultado de esto fue un formato en el cual Paraguay se encuentra atado de manos y pies para continuar con una política de dependencia con el Brasil y los intereses extranjeros; y, en consecuencia, de atraso de nuestro país.
Esto se deja ver en los resultados de los principales elementos de Itaipú vinculados con el formato en el cual se establece en el tratado, según la politóloga. Por un lado, el 92% de la energía producida en estos 35 años han sido utilizados por las grandes empresas en Brasil; y por el otro, de los distintos ingresos de la entidad, solamente un 12% fue para beneficio de Paraguay.
“Más que preocuparnos por la imagen y con la percepción con relación al desarrollo sostenible, es crucial que nos preocupemos por el desarrollo sostenible en sí e Itaipú es una clave para ello. En estos casi 50 años, Itaipú ha representado una tranca al desarrollo nacional”.
Cecilia Vuyk, politóloga.
Además, la deuda – que es uno de los principales elementos a ser tenidos en cuenta -, creció más de 1.700%, saltando de USD 3.500 millones del préstamo en el año 1975, a lo que sería más de USD 60.000 millones, a causa de distintas cuestiones ligadas a la corrupción.
Matriz productiva
La experta continuó explicando que todas estas cuestiones han hecho que Paraguay se limite a basar su economía en la exportación de materias primas y de energía eléctrica a bajo costo, dependiendo de las distintas subvenciones otorgadas por Itaipú, en lo que se traduce como los royalties y compensaciones.
Estas compensaciones, lejos de haber servido para un impulso productivo y tecnológico que necesita el país, no han servido más que para alimentar la estructura clientelista de la política a nivel nacional, siendo una especie de “caja chica” para los gobiernos de turno que solo beneficia a unas pocas personas, agregó.
Explicó que el 2023 es una oportunidad realmente histórica porque se suman varios elementos en una conjunción que no se volverá a repetir, ya que en términos jurídicos se llega a lo que establece el anexo C en su numeral 6 – que establece que luego de 50 años y amortizada la deuda, el anexo será revisado – y es la única fecha que se contempla en todo el acuerdo.
Se suma el elemento central, que es que en el 2023 se termina de pagar la deuda, haciendo que los costos operativos de Itaipú se reduzcan en más de 60%. En un contexto regional y mundial de crisis económica y energética, el país tendrá un activo fundamental para el mundo, que es la energía limpia y a bajo costo.
“El cambio que podemos hacer en Itaipú y la oportunidad histórica que representa el 2023 en toda su amplitud, para ello es fundamental que Itaipú deje de ser una tranca para el desarrollo nacional en estos casi 50 años y se constituya efectivamente en un impulso al desarrollo productivo y tecnológico que necesitamos”, expuso.
Cambios potenciales
Sobre los cambios que se pueden obtener a través de una buena negociación del Tratado de Itaipú, Cecilia Vuyk apuntó que se podrá potenciar el uso interno de la energía, la industria y la venta de excedentes tanto presentes como futuros que podamos generar a partir de aprovechar los más de 1.700 puntos que tenemos en el país, con factibilidad para la construcción de nuevas represas.
El segundo punto serían los fondos, ya que la mayor parte es para el pago de la deuda y los malos usos como viáticos y beneficios desmedidos. Una optimización de toda esa tarifa y el ajuste del destino de los fondos para la introducción del Presupuesto General de la Nación podrían apuntalar un crecimiento desde el sector público con una mayor renta que permita invertir en temas sociales y económicos.