El fortalecimiento del dólar a nivel internacional, con la robusta economía norteamericana y la expectativa de más ajustes en la tasa de política monetaria de la Reserva Federal, tendría efectos en el crecimiento global y en las condiciones de financiamiento. Un dólar más fuerte podría ayudar a rebalancear el crecimiento económico global, al resultar en una ventaja cambiaria para los exportadores de otras regiones, como de Europa y Asía.
Pero, un dólar fuerte va endureciendo las condiciones financieras globales, lo cual puede afectar a las economías emergentes por el mayor costo del financiamiento. Y en línea con las presiones inflacionarias globales, los bancos centrales del mundo han venido subiendo sus tasas de política monetaria buscando preservar el cumplimiento de sus objetivos de inflación hacia delante.
Todo esto configura un escenario desafiante para la economía nacional, la cual viene mostrando una menor dinámica en cuanto al crecimiento de la producción y presiones inflacionarias. Si bien la inflación interanual sigue sobre el 10%, hubo algunas señales auspiciosas en el sentido esperado, con la inflación mensual mostrando un menor ritmo en su variación de los últimos cuatro meses, bajando a un promedio del 0,4%.
Sin embargo, hay riesgos que algunos no valoran por los pocos recuerdos sobre escenarios de inflación relativamente más alta en nuestro país. Las situaciones de inflación alta y baja que se mantienen derivan en regímenes diferentes en cuanto a la respuesta de los agentes económicos ante cambios de precios relativos. En un régimen de inflación más alta, hay un traslado más rápido, con lo cual la inflación alta se va autoalimentando. En cierta medida, este riesgo podría evaluarse por la difusión de la inflación, la cual sigue relativamente alta, promediando cerca del 60% en los últimos cuatro meses, lo cual mide la proporción de los componentes del índice de precios que contribuyen positivamente al índice general.
Si bien el contexto era distinto, nuestra historia nos recuerda que es un riesgo para sopesar. Hace tiempo atrás, una marcada reducción de la tendencia inflacionaria fue interrumpida en el año 2005, cuando un choque internacional de los precios de alimentos llevó la inflación interanual a un promedio del 9% y el índice de difusión, a niveles del 50%, entre fines del 2005 y fines del 2008.
La política monetaria juega un rol fundamental en ese sentido, haciendo lo que debe hacer y manteniendo una postura acorde. La Tasa de Política Monetaria (TPM) es el instrumento principal para luchar contra la inflación, con efectos significativos comprobados por la investigación económica. El ajuste de las condiciones monetarias iniciado en agosto del 2021 se ha dado en el sentido correcto, llevando la TPM en términos reales -tasa nominal menos expectativa de inflación- hacia una postura gradualmente restrictiva, acorde con la convergencia de la inflación hacia la meta.
Hacia delante las decisiones dependerán fundamentalmente de los datos, proyecciones de inflación, expectativas y la situación económica. En ese sentido, no cabe duda de que el Comité de Política Monetaria evaluará rigurosamente el curso de acción y será el Directorio del BCP el que tenga la última palabra.
Humberto Colmán es economista, docente, miembro del Directorio del Banco Central del Paraguay (BCP) y ex viceministro de Hacienda.