Republicanos y Demócratas en el Congreso estadounidense han estado debatiendo la ayuda fiscal desde fines de julio, cuando terminaron los “beneficios mejorados” de desempleo que se autorizaron en el primer paquete de estímulos fiscales en marzo de este año, durante el inicio del confinamiento masivo de la población.
El plan demócrata liderado por la presidenta de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, plantea un nuevo paquete de estímulos fiscales por 2,2 billones de dólares; mientras que el plan republicano liderado por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, ofrece 1,6 billones de dólares. Esa es la brecha que no pueden cerrar en las interminables rondas de negociaciones.
El martes pasado, en una conferencia virtual, el presidente de la Reserva Federal pidió que no se demore esta ayuda porque existe el peligro de que los desempleos temporales se vuelvan permanentes, enlenteciendo así la recuperación de la economía norteamericana. Jerome Powell ser refirió en estos términos:
«Muy poco apoyo conduciría a una recuperación débil, creando dificultades innecesarias para los hogares y las empresas. Por el contrario, los riesgos de exagerar con el apoyo parecen, por ahora, ser más pequeños. Incluso si las acciones políticas finalmente resultan ser mayores de lo necesario, no se desperdiciarán”.
Esa misma tarde, el presidente Donald Trump, aparentemente ofuscado con Powell por sus comentarios inusuales sobre la política fiscal – ya que tácitamente le guiñó el ojo al plan demócrata por ser de mayor tamaño –, pidió por Twitter a sus representantes que paren todas las negociaciones con los demócratas hasta después de las elecciones del 3 de noviembre.
Trump – candidato a un segundo periodo en la Casa Blanca – pidió que, en todo caso, se llegue a un acuerdo de ayuda específico con una ley de menor alcance para los desempleados y las aerolíneas. Los índices bursátiles se desplomaron inmediatamente después de sus declaraciones, creando mucha confusión.
Aparentemente, la jugada política del mandatario norteamericano es también priorizar la agenda legislativa con la nominación para el cargo vacante en la Corte Suprema de Justicia antes de los comicios de noviembre, de manera a aprovechar la mayoría republicana en el Senado y forzar así una mayoría conservadora en el máximo órgano del Poder Judicial.
A pesar de todas las idas y vueltas, las conversaciones entre los partidos políticos no cesaron hasta hoy. El viernes, solo tres días después de retirar el equipo de la mesa de negociadora, Donald Trump dijo en un programa radial que le gustaría un paquete de estímulos inclusive más grande de lo que ofrecen los demócratas o los republicanos. A pesar de todas estas contradicciones, los índices bursátiles reaccionaron positivamente, para cerrar la semana al alza.
Los grandes inversores anticipan que el estímulo llegará independientemente de la narrativa, aunque por momentos se sienten desalentados y confundidos por tanta dilatación. Saben que se trata de una enorme cantidad de dinero que ingresará al sistema financiero y elevará accidentalmente los precios de las acciones.
Por otro lado, la amenaza de una recuperación económica lenta y desigual es cada vez más real debido a los rebrotes de Covid-19, situación que podría imponer nuevos confinamientos a la población.
Las elecciones en Estados Unidos, el impase legislativo y la pandemia ponen en riesgo el futuro económico de EEUU, aunque las valoraciones accionarias no reflejen esta situación. Estamos explorando un nuevo territorio económico donde los gobiernos se ven obligados a endeudarse cada vez más para proporcionar estímulos con una alta incertidumbre sobre los efectos a largo plazo.
“Difícil de ver el futuro es” diría el maestro Yoda – el icónico personaje de Star Wars –.