El 6 de junio comenzó la Cumbre de la Américas, que traerá conclusiones interesantes en cuanto a la relación de Estados Unidos con los países de América Latina. Además de ser la primera Cumbre en ese país desde 1994, que fue el inaugural, las expectativas de las relaciones bilaterales son claves para la estabilidad y el crecimiento de la región.
En especial, es importante porque la administración de Joe Biden volvió a comprometerse con América Latina luego de años de abandono, la política exterior de los EEUU es muy débil y baja para la importancia de la región.
La importancia de América Latina para el mundo se está volviendo cada vez más grande y EEUU puede correr el riesgo de no ser parte estratégica de los beneficios que se pueden brindar. Aunque no podemos sobresalir sin tener algún problema interno como los crímenes organizados, violencia y corrupción dentro de nuestras gobernaciones, las repercusiones son globales y esto se puede arraigar desde América Latina a otras regiones.
Un error grande que tuvo la administración de Biden en esta cumbre es no haber invitado a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Esta podría haber sido una importante oportunidad por parte de Washington para discutir no solo los problemas que afectan a la región, sino también para conocer la situación de los países de Latinoamérica, sus preocupaciones y su forma de pensar, para así no dejar a Estados Unidos sin política dentro de América Latina.
Claramente, esta no es una prioridad para la agenda del gobierno de Biden. Se comprende el porqué de la no invitación, pero se supone que es un espacio para todos los países de América.
Volviendo a los problemas principales de la región y que el poderoso Estados Unidos no los está teniendo en cuenta es que los gobiernos de la región perdieron legitimidad, convirtiéndose en actores políticos que deben ser tratados a nivel internacional.
La debilidad de los estados, la deficiente presencia institucional y los bajos estándares de gobernanza describen cómo los grupos criminales se están aprovechando de América Latina y cada vez peor.
Además, si los países de Latinoamérica comienzan a tener necesidad o buscar protección, no irán a los EEUU, irán a su enemigo económico, China, el cual ya presenta una alta influencia económica, infraestructura y tecnología en la región. Las relaciones con China se endurecen cada vez más, lo que puede traer consecuencias que los gobiernos no están teniendo en cuenta, ya que la agenda de política exterior de este país asiático a menudo contiene intenciones maliciosas detrás.
Por esa relación con China, debemos cuidar nuestra seguridad climática: la gran dotación de agua, bosques, tierras, que son de vital importancia para combatir el cambio climático. Tampoco olvidemos que la cantidad de minerales críticos presentes en la región la hace crucial para la transición energética global. Perder el poder de esto generaría una mayor inestabilidad regional.
Para finalizar, Estados Unidos debe considerar la importancia del potencial de América Latina para reforzar y expandir la cadena de suministros más cerca de ellos. Quedan muchos espacios de crecimiento en infraestructura, diversificación económica, comercial y más por la infinidad de recursos y la alta población joven de la región.
