ANÁLISIS
Por primera vez y luego de mucho tiempo, en febrero del 2019 el Banco Central del Paraguay (BCP) realizó un recorte a su Tasa de Política Monetaria (TPM) como medida contracíclica de incentivo a las inversiones y al movimiento económico.
En esa misma línea, la banca matriz arrancaba el 2020 con una tasa del 4% como rendimiento de sus letras de regulación – también conocida como tasa overnight o de un día – para el sistema financiero.
Sin embargo, la disruptiva llegada de la pandemia y la cuarentena total dictada en marzo del año pasado forzaron a la banca matriz a realizar cortes mucho más abruptos en esta tasa de interés de referencia.
Ese mismo mes, la banca matriz hizo el recorte más importante de los últimos años, bajando la tasa de 4% a 2,25%; es decir, una reducción de 175 puntos básicos.
Luego de dos recortes más, la tasa de referencia quedó en su nivel actual del 0,75% anual y la intención fue la de mitigar el impacto económico de la pandemia.
Traslado de la política monetaria al costo del dinero
Al encontrar un menor rendimiento en la colocación de sus excedentes en el BCP, se supone que lo que hacen los bancos es buscar otorgar una mayor cantidad de créditos para que, con ellos, las inversiones vuelvan a fluir.
Esto efectivamente ocurrió, ya que las tasas de interés activas empezaron con un promedio ponderado del 15% el 2020 y cerraron en 11,85%, en el caso de los créditos en guaraníes; mientras que en dólares pasó de 8,14% a 6,90% anual.
De hecho, este fue uno de los elementos que pudo haber impulsado a la cartera de créditos a un crecimiento de 8% en el año, a pesar de la pandemia.
Del mismo modo, y ante una cartera de depósitos que no dejó de crecer, las tasas pasivas de los bancos también experimentaron reducciones.
Incluso, las empresas del sector financiero buscaron colocar sus excedentes en otro tipo de instrumentos, como bonos del Tesoro, incurriendo decididamente en el mercado bursátil para su diversificación.
Resultado satisfactorio
Bernardo Rojas, economista del BCP, afirmó que las medidas implementadas desde el punto de vista de la tasa de política monetaria de manera anticíclica tuvieron el efecto esperado, sobre todo para dividir el costo de fondeo de las empresas, es decir, en lo que respecta al costo de los créditos en el sistema financiero.
“Vemos que efectivamente se dio el efecto deseado. Las tasas de consumo, que son las de más corto plazo, se redujeron de una tasa promedio del 28% a una del 22%. Se transmitió también el promedio ponderado del sistema, que bajó un 4%, si uno lo compara con la tasa que estaba vigente antes de la pandemia”, puntualizó.
El promedio ponderado de tasas activas en el mercado es uno de los más bajos históricamente y el recorte del rendimiento de las letras de regulación no fue el único factor que incidió, en este sentido.
Competencia por financiar al sector productivo
Rojas apuntó que la gran competencia que se dio en el mercado entre los bancos, para la colocación de créditos, también afectó en la reducción del precio para este producto.
Refirió que inclusive hubo “nuevos jugadores” que entraron a competir en el mercado de los créditos al sector primario y, además, el costo de fondeo para los depósitos se redujo considerablemente, lo cual también generó tasas activas mucho más competitivas.
Por otra parte, la tasa de inflación se encuentra por debajo del 4% y esto contribuye a mantener este nivel, ya que el rendimiento se mantiene.
Recordó que también han surgido otras fuentes de financiamiento para las empresas durante los últimos tiempos, tales como prestamistas internacionales y la misma Bolsa de Valores, que ha crecido mucho y también se suma como una especie de “competencia” que empuja las tasas activas hacia abajo.
Al ser consultado sobre qué se puede esperar para los próximos meses, respondió que si bien las tasas de interés se encuentran en un nivel muy bajo, podrían disminuir todavía más, aunque ya no a la misma velocidad en que lo venían haciendo.