La organización Desarrollo en Democracia (Dende) realizó una revisión a la baja en su estimación de desempeño económico del país para este año. En el contexto de sequía que afecta duramente a la producción sojera y al sector agrícola en general, estima que el producto interno bruto (PIB) local tendrá una contracción de -1,5%.
En diciembre pasado, la estimación de Dende contemplaba todavía un crecimiento- aunque ínfimo-, de 0,7% a 1%. La fundación se suma así a otras entidades y analistas que dan prácticamente por descartado el crecimiento de 3,7% que había anunciado el Banco Central del Paraguay (BCP).
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El consejero de Dende, César Barreto, explicó que el principal motivo de la mencionada corrección a la baja es la sequía.
En este contexto, se pronostica que ingresarán al país unos USD 2.500 millones menos, ya que la exportación de soja en volumen tendrá una merma del 61%, con los que las perspectivas son negativas no solo para el sector agrícola sino también para otros conexos, como el del transporte.
“El año se complicó, el golpe de la sequía va a ser muy fuerte. Esto va a afectar el comercio exterior y el dólar, y la actividad del comercio en ciertos rubros. Algo positivo es que los precios de los commodities se mantienen altos; aunque en cantidad va a ser menos, eso va a ayudar, pero no llega a mitigar completamente porque va a haber un daño colateral en otros sectores”, mencionó.
El economista también trajo a colación el hecho de que en Argentina continúa el control de precios sobre el dólar, lo cual genera precios favorables para los productos del país, y con la frontera ya abierta se va incrementando el contrabando. Puso como ejemplo que el sector de combustibles tendrá un impacto importante, ya que muchas personas comprarán el producto en ciudades vecinas.
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Barreto también recordó que entre las olas de sequía y la pandemia, el país viene con dificultades de desarrollo económico desde el año 2019, y que este año la política monetaria expansiva se va tornando contractiva, en medio de una situación económica que todavía no es la ideal. Tanto Estados Unidos como el Banco Central están empezando a retirar dinero del mercado, lo cual golpea con el interés caro.
Opinó que, al margen de la política monetaria, en lo que respecta a la política fiscal la convergencia hacia la regla del 1,5% sobre el PIB ha sido muy lenta y que el déficit debió bajarse ya a esa línea para poder tener espacio suficiente y hacer frente al 2022. “Estamos atados de pies y manos tanto desde el lado monetario como desde el lado fiscal”, lamentó el economista.
Con respecto al 2023, apuntó que siempre y cuando el fenómeno de La Niña no afecte a la producción inicial del año, el efecto rebote llevará a un crecimiento de la economía del 8,5%. Sin embargo, aclaró que esto solo serviría para llegar a los niveles normales del producto interno bruto, en el que se encontraba el país antes de la pandemia.
En lo que respecta a la inflación para este año, Dende también realizó una corrección al alza, del 5% al 5,5%, como producto del elevado precio del dólar y las materias primas. De esta manera, la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) volvería a cerrar por encima de la meta de 4% del BCP, pero al menos ya dentro del rango de 2% a 6% en que se permite fluctuar a este indicador; en el 2021, la canasta básica familiar tuvo un incremento promedio de 6,8%.
La moneda nortamericana cerraría el año con un valor de entre G. 7.050 y G. 7.250, según explicó el economista durante su presentación de las proyecciones a nivel macroeconómico.