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25 de noviembre de 2024

¿Oligopsonio en Paraguay?: La escalada del tomate, como posible consecuencia de precios no fijados por oferta y demanda

Sedeco y MAG coinciden en advertir que el precio del tomate se ha incrementado de manera sustancial en las últimas semanas, aún cuando el combustible permanece estable y sin notar cuestiones de estacionalidad, ni subas en los precios de venta de los productores.

Esta situación podría explicarse con el concepto de oligopsonio, que se da ante productos de primera necesidad, como verduras y hortalizas, cuyos precios son fijados por agentes intermediarios, y no por la oferta y la demanda de productores y consumidores finales.

La economista Verónica Serafini explica que esta coyuntura del tomate no es sino la muestra de un problema estructural en el mercado de alimentos. Advierte que desincentiva la producción e incluso la industrialización de los alimentos en el país, ante los escasos márgenes de ganancia.

El precio del tomate se convirtió en tema de conversación esta semana tras la disparada que se registró en góndolas de distribuidores y supermercados. Esta suba fue reconocida tanto por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) como por la Secretaría de Defensa del Consumidor (Sedeco), instituciones relacionadas al tema. 

Durante una conferencia de prensa, el ministro de Agricultura, Carlos Giménez, afirmó que el precio del tomate en góndola, está teniendo un desfasaje artificial, el cual no responde a un incremento del precio brindado por los productores a los intermediarios. Refirió que es una oportunidad para alentar la producción, ya que se está trabajando para la colocación luego de una cosecha exitosa. 

“Se habla de un desabastecimiento del producto (tomates), pero quisiera aclarar que sí tenemos tomates, y que se vende a un precio justo por los productores en finca. Yo entiendo que en algunos supermercados o algunos lugares se está disparando el precio, pero es un desfasaje artificial, porque el precio al que vende el productor es lo que corresponde”, puntualizó. 

En consecuencia, no se habilitará de momento la importación de tomates, ya que la producción local es de buena calidad y los productores están vendiendo entre G. 7.500 y 8.500, mientras que según datos de la Sedeco, la semana pasada el precio en góndola era de entre G. 11.300 y G. 16.400 inclusive, con una sustancial suba con respecto a la semana anterior. 

“Se habla de un desabastecimiento del producto (tomates), pero quisiera aclarar que sí tenemos tomates, y que se vende a un precio justo por los productores en finca. Yo entiendo que en algunos supermercados o algunos lugares se está disparando el precio, pero es un desfasaje artificial, porque el precio al que vende el productor es lo que corresponde”.

Carlos Giménez, ministro de agricultura.

“Alguien está disparando el precio, no vamos a permitir que se abra aún (la importación), porque nosotros tenemos en finca”, puntualizó el ministro. Refirió que los puntos geográficos en los que han subido los ríos no son productores de tomate, con lo que insistió en que hay todavía producción suficiente para abastecer al mercado local. 

Expresó que las familias campesinas están vendiendo sus productos a un precio justo, lo que hace que la calma se pueda sentir en el campo en este momento. Apuntó que ya están en en conversación con otras entidades como la Sedeco, para ver qué es lo que se puede hacer para cuidar la situación y que no llegue al consumidor final  a un precio exagerado. 

“Yo no veo ninguna razón para que se pueda vender a ese precio. Si en finca se vende hasta G. 8.000 y no puede costar el doble en el supermercado. Podemos decir que G. 10.000 el kilo (seria el precio justo), haciendo un cargo de costos de transportes o cosas. No se por qué se aprovechan, por eso digo que es un poco artificial la suba”, puntualizó. 

Sedeco 

En conversación con MarketData, el titular de la Sedeco, Juan Marcelo Estigarribia, confirmó que la institución está al tanto de la situación del precio del tomate. Apuntó que en los últimos quince días, se ha notado efectivamente una suba sustancial del precio del producto, y que están realizando las tareas de investigación y colaboración para determinar si esto es o no artificial. 

“Nosotros publicamos la semana pasada nuestro informe de monitoreo y encontramos un precio de consumidor final de entre G. 11.300 y hasta G. 16.300 en góndola. Hoy están saliendo los fiscalizadores porque tenemos conocimiento de que el fin de semana se disparó nuevamente el precio y queremos tener una situación real y verificar si es cierto eso”, puntualizó. 

Añadió que efectivamente se dio una suba del precio de tomate en los últimos quince días, ya que la semana anterior a la semana pasada, los precios estaban de entre G. 9.450 y G. 14.850, según el monitoreo de ese periodo. Esa era la fluctuación que estaba teniendo el tomate, pero dijo que es categórico que el precio del tomate está subiendo. 

Sin embargo, apuntó que todavía se debe investigar si esta suba del precio corresponde o no a una situación que lo justifique, entonces hay que ver si la diferencia está dentro de los márgenes permitidos. Esta información ya está en manos de la Comisión Nacional de la Competencia (Conacom), que es la autoridad competente para determinar si hay o no un alza artificial. 

Nosotros publicamos la semana pasada nuestro informe de monitoreo y encontramos un precio de consumidor final de entre G. 11.300 y hasta G. 16.300 en góndola. Hoy están saliendo los fiscalizadores porque tenemos conocimiento de que el fin de semana se disparó nuevamente el precio y queremos tener una situación real y verificar si es cierto eso”.

Juan Marcelo Estigarribia, secretario ejecutivo de Sedeco.

Dijo que si bien es cierto que la canasta básica entera, que incluye al tomate, tiene vastante volatilidad, en esta ocasión en particular, anteriormente uno de los motivos principales de suba de precios de los intermediarios era por la suba del flete. Sin embargo, esto está asociado al combustible y hoy se tiene un precio de combustibles estacionado por parte de Petropar. 

“Este es un apoyo que se le está dando desde el gobierno en procura de que los precios sean más económicos para los consumidores. Yo no se qué otro factor van a alegar con relación a esto, pero sí hay un dato referencial que es el combustible y eso está hoy a un precio más económico. Llama mucho la atención que se esté dando esta fluctuación, más cuando es producción nacional”, expresó. 

Oligopsonio 

En este contexto, la economista e investigadora Verónica Serafini, consideró que la situación actual que se vive con el tomate, no es sino una muestra de un problema estructural mucho más grande. Apuntó que en el mercado de alimentos paraguayo, puede estar consolidándose una falla de mercado llamada “oligopsonio”, en la cual unos pocos intermediarios establecen cuáles serán los precios de un producto. 

Esta situación, sería el caso contrario a un “oligopolio”, en el cual hay una poca cantidad de oferentes de un producto o servico y que pueden, en consecuencia, fijar precios. En el caso del oligopsonio, que es al que apunta Serafini, al haber pocos demandantes, que en este caso son los intermediarios, los precios se pueden fijar en acuerdo entre los mismos, que pueden ser transportistas o supermercados. 

“El oligopsonio es la concentración de demandantes. Pocos demandantes, que generalmente se encuentran en la mitad de la cadena y eso hace que puedan fijar precios. Los campesinos son muchos, ofreciendo tomates, y los consumidores son muchos demandando tomates, pero ninguno de ellos pueden fijar precios porque no hay comunicación, y los intermediarios son pocos y se pueden comunicar”, explicó. 

Hizo notar que los productores, no solo de tomates, sino de papas, cebollas y otros productos, en muchos casos no cuentan con caminos de todo tiempo, con camiones o infraestructura necesaria para hacer la logística de transporte de su producción. En consecuencia, están en manos de los intermediarios, que fijan el precio al cual les compran sus productos.

“El oligopsonio es la concentración de demandantes. Pocos demandantes, que generalmente se encuentran en la mitad de la cadena y eso hace que puedan fijar precios. Los campesinos son muchos, ofreciendo tomates, y los consumidores son muchos demandando tomates, pero ninguno de ellos pueden fijar precios porque no hay comunicación, y los intermediarios son pocos y se pueden comunicar”.

Verónica Serafini, economista e investigadora.

Afirmó que allí se nota la importancia de la inversión en políticas de agricultura familiar y la información que debería brindar el Ministerio de Agricultura. Añadió que hay un montón de problemas alrededor de la producción familiar en nuestro país, pero que en general responden a un esquema de mercado imperfecto en el cual los precios son fijados por los intermediarios. 

Explicó que se trata de una cuestión estructural y no coyuntural, lo que repercute en grandes niveles de pobreza en el campo y además en altos niveles de inflación de alimentos en zonas urbanas. Hizo referencia a que, en los últimos quince años, casi siempre la inflación de alimentos estuvo en dos dígitos, por encima de la media general del Índice de Precios al Consumidor (IPC).

“Esto es un problema estructural, por eso hay pobreza entre los campesinos y en las ciudades hay inflación de alimentos. Nosotros tenemos inflación de alimentos desde hace diez años en las ciudades. Si se ve la inflación de frutas y verduras, de los últimos quince años, como siete y u ocho, la inflación de alimentos es de más de un dígito”, puntualizó.

Esto no es un tema menor, ya que pone en discusión si realmente nuestro país carece de inflación, por la importancia que tienen los precios de alimentos dentro de la canasta familiar en un país en el cual muchas familias se sostienen con salarios mínimos.  

La consecuencia es, según la investigadora, un desincentivo al campesino para producir alimentos por la poca paga que recibe y esto también genera problemas luego en la industria alimenticia. Hay por lo menos 7 cadenas de producción, como los tomates en latas o los dulces de frutas, o el almidón, que dependen de manera directa de la agricultura familiar.  

Sobre esto, mencionó que ante la situación de inflación de alimentos, hay inversiones que trabajan a niveles menores con respecto a su capacidad de producción. Un elevado nivel de industrialización de los alimentos, reduciría también los problemas de estacionalidad según explicó la economista, lo cual no ocurre actualmente por el problema de fondo que se explica. 

“Nadie quiere trabajar con márgenes tan bajos. Sobre todo si luego ve que se vende a precios elevados, los jóvenes no se quieren dedicar a la agricultura familiar si saben que no pueden vivir dignamente con eso. Lógicamente también afecta a la industria, que sabe que si no va a tener un insumo uniforme en cantidad y calidad durante gran parte del año, no se va a instalar”, puntualizó. 

Ante la consulta de cuáles podrían ser las herramientas de intervención estatal a ser utilizadas para reducir este problema, Serafini hizo referencia a la construcción de caminos de todo tiempo para las familias campesinas. Recordó que se está invirtiendo en infraestructura que beneficia a la soja y la ganadería, pero no así a la agricultura familiar. 

Además, dijo que hace falta el apoyo que, por ejemplo, da Senacsa a la ganadería, en los productos de la agricultura familiar, ni en términos de información ni en términos de atención fitosanitaria. Tampoco se brinda apoyo en investigación para las pequeñas familiar productoras y que de hecho no hay formación de profesionales que puedan ayudar trabajando con este segmento de la economía. 

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