Cuando la situación sanitaria y económica empezaba a mejorar luego del duro golpe que implicó la irrupción de la pandemia de COVID-19, un discurso que nos repitieron hasta el cansancio fue la rapidez con que Paraguay se había recuperado de los efectos de aquella inédita emergencia mundial.
El guion estuvo inclusive reforzado por organismos internacionales, que destacaban entre otros puntos el crecimiento económico de 4% que lográbamos en el 2021, apenas un año después de la llegada de esta terrible enfermedad.
Sin embargo, la economía paraguaya no se encontraba tan saludable como nos pintaban, ya que la administración del Estado escondía el verdadero nivel de endeudamiento en que había incurrido para hacer frente a todo lo que implicó responder a este shock.
De un nivel de gastos que superaron a los ingresos en 6,1% del producto interno bruto (PIB) en el 2020, el gobierno de Mario Abdo Benítez nos convenció de que el déficit fiscal había retrocedido a 3% del PIB en el 2022 y se ubicaría en el 1,5% dictado por ley en el 2024.
Finalizado ese periodo presidencial y durante la transición del equipo que actualmente ocupa el Poder Ejecutivo, se procedió a reconocer las deudas que se tenía con proveedores, principalmente constructoras y farmacéuticas, y hoy en día se cuenta con un nuevo plan de convergencia fiscal.
Sobre estos temas conversamos con Carlos Fernández Valdovinos, ministro de Economía y Finanzas, así como sobre los detalles del proceso de reorganización del Estado que están llevando adelante.
– Usted es el primer ministro de Economía y Finanzas del Paraguay, esta nueva entidad que nace como parte de la reorganización del Estado que trae este nuevo Gobierno. Si nos puede comentar en qué consiste este proceso, este plan a nivel estatal, y también lo que es específicamente el Ministerio de Economía.
También tuve la oportunidad de ser el último ministro de Hacienda, tengo esa doble medalla, en ese sentido.
Paraguay estuvo avanzando mucho en términos macroeconómicos últimamente, pero siempre sentíamos, muchos economistas, la falta de un verdadero Ministerio de Economía. El Ministerio de Hacienda, si bien fungía de Ministerio de Economía, todavía tenía un rol importante siendo cajero del Estado, en el sentido de que estaba encargado hasta hace poco de todas las recaudaciones del Estado, hasta que se independiza la Aduana, y últimamente con la SET (Subsecretaría de Estado de Tributación) dentro del Ministerio de Hacienda. Entonces, forma parte de esta idea que tenemos de que estamos ya en otro nivel, necesitamos otro tipo de ministerio, un ministerio realmente de Economía que no esté únicamente pensando en recaudar y pagar, recaudar y pagar, y como máximo en un presupuesto que dura un año. Acá necesitamos ya, por el nivel de desarrollo que va teniendo Paraguay, un ministerio que piense ya en el mediano y largo plazo, para tener un desarrollo económico sostenible. Y eso es algo muy amplio, no es solamente económico, sino también incluye lo social e incluye también la parte medioambiental, que es algo que va a ser muy importante de acá para el frente porque todos tenemos que contribuir a la protección del medio ambiente.
Entonces, dentro de esa concepción de un ministerio que sea más economista que cajero es que se diseñó y se potenció a este Ministerio de Economía. Con una cuestión adicional: también queríamos dar una señal de la famosa y siempre postergada reforma del Estado, tenemos un Estado casi paquidérmico, a pesar de que muchos dicen que es chico, en realidad es grande donde no debe y chico donde debe. Y ese Estado paquidérmico eran 17 ministerios, 23 secretarías y muchísimas entidades descentralizadas. ¿Qué hicimos? Absorber dentro del Ministerio de Hacienda a la Secretaría Técnica de Planificación y a la Secretaría de la Función Pública, tres entidades en una que creo que hace a la eficiencia del Gobierno. Básicamente, dos cuestiones que eran importantes: tener ese Ministerio de Economía, para pensar en el mediano y largo plazo, y dar una señal de reforma, achicando el Estado y haciéndolo mucho más eficiente.
– Una de las primeras tareas del Ministerio de Economía, justamente, fue ajustar el Presupuesto 2024. Si bien hablaba usted de que ya no es de muy corto plazo la mirada, se tuvo que hacer esta mirada de cortísimo plazo ya a la llegada y nos encontramos con esta situación de las deudas que no habían sido contabilizadas, y también un nuevo Plan de Convergencia Fiscal que estuvo anunciando en el Congreso. ¿Cómo se va a ejecutar este plan y qué le da credibilidad, atendiendo a que ya hubo otro plan que finalmente no se cumplió?
La cuestión del Presupuesto siempre es un dolor de cabeza y principalmente en el primer año de gobierno, porque uno llega el 16 de agosto realmente y tiene hasta el primero de septiembre para presentar. Entonces, en un plazo de 10 días hábiles, si bien se trabajó los fines de semana, se tuvo que hacer una adaptación. Y tiene un gran problema nuestro Presupuesto: es muy rígido; estaba presentando a la Bicameral de Presupuesto justamente algunos números que hablan de que, de los impuestos, fuente 10, básicamente el 88% está comprometido con tres rubros: salarios, pago de intereses de la deuda y prestaciones sociales, que básicamente son jubilaciones. Entonces, te queda un 13% nomás de los impuestos que uno puede reasignar y hacerlo consistente con las ideas que uno tiene de a dónde tiene que ir el Presupuesto. Entonces, yo digo siempre que esto no va a poder ser una revolución, o sea, vamos a seguir teniendo una enorme parte del Presupuesto siendo explicada por salarios, por ejemplo; pero va a ser una evolución y dentro de esa evolución es que tratamos por lo menos de dar algunas señales claras, dando énfasis a los sectores que nos parecen más que prioritarios: salud, educación, seguridad y la protección a los sectores más vulnerables, y tenemos algunos números para mostrar eso.
Volviendo a la cuestión de la convergencia, lógicamente, cuando llegamos al gobierno, o antes ya, empezamos a investigar un poco qué había y realmente nos sorprendió el elevado monto de deuda que había principalmente con dos tipos de proveedores: los contratistas o constructores, y la parte de medicamentos, que básicamente, en el caso del gobierno central, son alrededor de USD 550 millones a USD 600 millones. Lógicamente, esa era una deuda que no estaba aún contabilizada dentro de lo que era el cálculo oficial del déficit y, por tanto, teníamos un Plan de Convergencia que realmente era imposible de cumplir si es que se contabilizaban todas estas deudas porque, en realidad, el déficit fiscal que el año pasado había terminado en 3%, era un 3% mentiroso porque no estaban contabilizadas estas deudas. De hecho, mismo sin haber estado contabilizadas estas deudas, se hizo un ajuste en la forma de imputación de los gastos, que se llegó al 3%, pero dos meses después ya volvía al 3,5%, que era exactamente lo que se tenía en noviembre y que milagrosamente cayó al 3% (en diciembre). Entonces, había varios problemas con el Plan de Convergencia del anterior gobierno: el déficit este año estaba mucho más elevado del que ellos preveían, porque estaba en alrededor de 3,5%; no estaban contabilizadas todas estas deudas que harían subir este déficit aún a un nivel mucho más alto.
La explicación de esas deudas, por lo menos en mi visión, fue que se sobreestimó la capacidad de convergencia fiscal luego de la pandemia. Hubieron muchos gastos, que básicamente hacían necesario una continuidad de ese tipo de gasto en los siguientes años: una ruta no se termina en un año, una ruta demora dos, tres, cuatro años para terminar; entonces, todas las obras que se iniciaron en el 2020, como política contra cíclica, tenían su implicancia en los presupuestos de los años siguientes, yo creo que estuvo muy mal evaluado eso. Y la parte de gastos de salud, que se creyó que iba a ser temporal, termina siendo mucho más permanente, no solamente en términos de medicamentos, sino por ejemplo en términos de contratación de médicos. Dentro de todo, eso es algo bueno, que tengamos ahora más presupuesto para medicamentos y también más personal médico; pero eso implica mayores gastos en todos los años siguientes, no en algo temporal, y de ahí se empiezan a originar los atrasos y eso hace que sea imposible cumplir con el plan de convergencia.
Nosotros creemos que, una vez limpios estos atrasos que se acumularon, ya le queda por ejemplo al Ministerio de Salud USD 300 millones para la compra de medicamentos, eso básicamente son USD 25 millones libres para nuevos medicamentos, creo que va a ser un monto suficiente como para que no se pueda incurrir más en atrasos por compra de medicamentos. En el caso del Ministerio de Obras Públicas, alrededor de USD 1.000 millones de presupuesto también. Yo creo que haciendo las obras de manera mucho más razonada, se van a evitar atrasos; ahí en ese ministerio, en particular, lo que ocasionó el atraso fueron dos cuestiones: tratando de cumplir con la Ley de Responsabilidad Fiscal o con el Plan de Convergencia, mismo que las obras que tenían financiamiento de multilaterales paraban los pagos, porque eso permitía cumplir con ese 3% (de déficit fiscal), pero se tenían los recursos. Ahora nosotros estamos trabajando justamente y son más de USD 100 millones que están disponibles de multilaterales para hacer frente a los atrasos que hay, que fueron atrasos artificiales porque se tiene el financiamiento.
Y otra parte de los atrasos derivaron de la gran cantidad de obras que se hicieron con fondos locales, que como dije anteriormente: ¿qué fondos locales vamos a tener si el 88% de los impuestos se están yendo a tres rubros? Me queda 13% que tengo que hacer frente para otras cosas y lógicamente la parte de obras no va a terminar siendo una prioridad. Entonces, todo este tipo de evaluación económica o financiera es lo que erraron, yo creo, en el anterior gobierno y nos llevó a la situación donde estamos. De acá para adelante, van a ser números más razonables para la parte de medicamentos, se va a hacer una ejecución de obras mucho mejor pensada y realmente que esté totalmente financiada, no que sean con fondos locales que finalmente no tengamos, y con eso yo creo que vamos a tener mucha más certeza de que la convergencia al 1,5% se va a realizar en el año 2026.
– ¿Se puede esperar algún freno a la obra pública, o una ralentización?
Dependiendo a qué le llamas ralentización: ralentización con respecto a niveles insostenibles de ejecución, sí; pero va a ser un nivel de ejecución de la obra pública yo creo que bastante elevado. El Presupuesto General de Gastos del año 2024 habla de USD 1.900 millones para obras de infraestructura, no incluye solamente al MOPC, sino también a otros organismos como por ejemplo la ANDE. Entonces, 1.900 (millones de dólares) es un número bastante elevado, es incluso más alto creo que del que se tenía presupuestado en la pre-pandemia; yo creo que es un número razonable y es, sobre todo sostenible, y que pueda ser pagado sin incurrir en atrasos.