El Corredor Bioceánico surge como un ejemplo emblemático de infraestructura integrada, cuya relevancia cobró protagonismo en el último Foro Latinoamericano de Infraestructura celebrado en Paraguay. Este proyecto conectará el centro-oeste de Brasil con los puertos del Pacífico en el norte de Chile, atravesando nuestro país y Argentina.
A nivel local la obra comprende una ruta de 531 kilómetros en el Chaco, con una inversión inicial de USD 450 millones, que forma parte de un proyecto regional más amplio estimado en USD 2.000 millones.
En este marco, Ana María Pinto, jefa de la división de Transporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), destacó la importancia de la infraestructura sostenible como un pilar esencial para enfrentar los grandes desafíos de la región: la pobreza, el crecimiento económico sostenible y el cambio climático.
En su participación en el panel Integración regional: Clave para el desarrollo sostenible subrayó cómo iniciativas como el Corredor Bioceánico están transformando la conectividad en el Cono Sur.
La estrategia del BID, según Pinto, se caracteriza por su enfoque integral y operativo que combina financiamiento, asistencia técnica y diseño de políticas públicas. Este modelo permite una sinergia entre recursos públicos y privados, potenciando el impacto de los proyectos de infraestructura.
Sin embargo, enfatizó que la infraestructura no solo debe ser vista como una obra física, sino como un servicio que mejora la calidad de vida de las personas y fomenta la competitividad empresarial.
“Este enfoque operativo apalanca una acción estratégica sobre la infraestructura de transporte como motor de desarrollo. Una visión integral implica que nuestra estructura es más que la obra, es más que la construcción. Nosotros tenemos también una mirada sobre los usuarios, sobre personas que tienen que acceder a servicios de salud y que tienen que mejorar su calidad de vida”, subrayó.
Además, resaltó que la infraestructura debe adaptarse a los retos del cambio climático y estar respaldada por una sólida institucionalidad sectorial, que garantice la sostenibilidad a largo plazo. “La planificación, el mantenimiento y la innovación en los esquemas de creación son esenciales para el éxito de estos proyectos”, puntualizó.
UN PROYECTO ESTRATÉGICO
El corredor, que ya cuenta con avances significativos como la culminación del primer tramo y el avance del tercer tramo, busca posicionar al país como un eje logístico clave en el centro del continente.
En este sentido, el ministro de Industria y Comercio, Javier Giménez, destacó que este desarrollo no solo reduce los costos logísticos, sino también ofrece una alternativa más rápida y eficiente para las exportaciones de Mato Grosso do Sul, un estado brasileño altamente dependiente de la agroindustria. Al reducir el tiempo de transporte a mercados asiáticos de 62 a 31 días, el corredor también compite indirectamente con rutas como el Canal de Panamá.
No obstante, apuntó que los desafíos de esta mega obra no solo se concentran en términos de infraestructura sino también de gestión de la infraestructura.
INTEGRACIÓN Y CONECTIVIDAD
Por su parte, la alta ejecutiva del BID advirtió sobre los desafíos inherentes a los proyectos de integración regional. “La complejidad de coordinar aspectos aduaneros, regulatorios y técnicos entre varios países es significativa”, señaló al tiempo de celebrar el compromiso político y los avances concretos en la región.
En particular, destacó el puente que conectará Brasil y Paraguay como un símbolo de este esfuerzo colaborativo. El BID, según Pinto, celebra la evolución de estas iniciativas en la región, reconociendo su potencial transformador. “Al integrar sostenibilidad, institucionalidad y financiamiento público-privado, estas obras dejan de ser solo proyectos de construcción para convertirse en verdaderos motores de desarrollo económico y social”, concluyó.