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5 de mayo de 2024

La obra pública y el desaliento al trabajo profesional en Paraguay

El caso del polémico puente peatonal de “ñandutí” acaparó la atención pública a nivel local y cuestiona la importancia que se da desde el Gobierno al trabajo profesional tanto en la arquitectura como en la ingeniería y la cultura.

El bordado de ñandutí es una de las expresiones de nuestra tradición más reconocidas y queridas, a lo largo y ancho del país. Por este motivo, no fue sorpresa la reacción de rechazo masivo que manifestaron los internautas ante la fotografía  del puente peatonal que une al parque Ñu Guasu con la sede del Comité Olímpico Paraguayo.

A las críticas por la baja calidad estética y el hecho de que los diseños a todas luces no corresponden a nuestro valorado ñandutí, pronto se sumó la indignación aun mayor por el costo que representó la obra – USD 2,1 millones y un sobrecosto de 13,5% sobre el contrato inicial, según el diario ABC Color –, y el reclamo de que inclusive se hayan incluido dos adendas en momentos en que el país sufre los duros efectos de la pandemia.

Por si la polémica todavía no era suficiente, más adelante se dio a conocer que la pasarela estuvo a cargo de la empresa Engineering, calificada como “superproveedora” del Estado por participar en licitaciones que incluyen desde mobiliario escolar, insumos sanitarios y carros hidrantes, hasta la refacción del Palacio de López.  

Y aún faltaba más. El arquitecto José Kronawetter, director de Obras Públicas del MOPC, revelaría posteriormente que Jorge López Moreira, hermano de la primera dama, Silvana López Moreira, participaba de las reuniones que se realizaban en la sede del ministerio para tratar el tema del “Puente Peatonal de la Cultura”. Kronawetter ahora está suspendido en sus funciones, ya que el ministro Arnoldo Wiens dispuso la intervención de su Dirección.

El cuñado de Mario Abdo Benítez confirmó a la prensa local que es amigo de Juan Andrés Campos Cervera, representante de Engineering. Esto lleva a suponer que López Moreira estuvo haciendo “lobby” por la empresa de su amigo para que pudiera quedarse con la obra en cuestión y siguiera adjudicándose licitaciones del Estado.

Este caso deja al descubierto la triste y lamentable forma en que se llevan adelante las obras públicas, tan necesarias y urgentes, en nuestro país. Si una empresa debe dedicar su energía a hacerse de contactos en las esferas de poder y con ello asegurarse tajadas en las diversas licitaciones, en lugar de trabajar por incrementar su profesionalismo y competitividad, ¿qué podemos esperar en cuanto a la calidad que vayan a tener las obras que se le adjudiquen?

Además, ¿qué mensaje se está transmitiendo a las empresas que están luchando por nacer o crecer en un ya complicado mercado ahora mermado por una emergencia sanitaria que no sabemos hasta cuándo se extenderá?

El mensaje es el siguiente: no pierdas tu tiempo en buscar ser eficiente y hacer un buen trabajo, porque las grandes obras se la llevará la empresa del amigo del cuñado del Presidente.

Ni hablar de las artesanas del ñandutí, que mantienen viva la tradición a costa de un trabajo poco remunerado, con un escaso mercado, y que fueron ignoradas en el multimillonario diseño de una obra que supuestamente está destinada al deleite de los turistas – por los Juegos Odesur 2022, que organiza Paraguay –.

Por otro lado se encuentran los gremios de arquitectos e ingenieros, que también criticaron la escasa utilidad que puede llegar a tener este puente peatonal, atendiendo al fracaso que ya se experimentó con estructuras similares construidas en otros puntos de la ciudad.

Aquí aparentemente tampoco hubo un proceso de participación y consulta desde el Gobierno. Esto, en realidad, no sorprende, pues se trata de un ministerio – el de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) – conducido por un ex comunicador a quien periodistas de medios impresos están solicitando que cumpla con su obligación de informar sobre su gestión, en cumplimiento del derecho de libre acceso ciudadano a la información pública.

Quizás el puente de “ñandutí” no representa un costo muy elevado, en comparación con otras obras públicas que lo superan en tamaño y direccionamiento de recursos; pero sí nos muestra todo lo que no hay que hacer si la intención es promover el dinamismo económico y el fortalecimiento del sector privado, desde la participación del Estado.

El Gobierno debe dar el ejemplo, con procesos abiertos, participativos y transparentes, que inspiren e incentiven a las empresas a ser cada vez más competitivas pero por la calidad del servicio que puedan prestar, no por los calcetines que deban succionar.  

El país necesita que todos sus frentes crezcan y se profesionalicen, para avanzar hacia ese desarrollo que tanto anhelamos. Una meta que no podremos alcanzar si seguimos con los mismos vicios de siempre.  

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