ANÁLISIS
En el 2020 la administración de nuestro país se enfrentó a grandes desafíos en cuanto a la baja económica, pero se generaron otros a más largo plazo.
Vimos la deuda pública aumentar en 30% sobre el producto interno bruto (PIB); aun así, nos califican como el país de menor riesgo de la región y con una calificación crediticia estable.
Pero ¿qué implica este aumento de deuda y de qué forma se está utilizando el dinero público? ¿Realmente estamos generando mayor inversión y desarrollo en nuestro país? ¿Supimos aprovechar la oportunidad de hacer bien las cosas? ¿Realmente, tenemos factores positivos que hagan que los inversionistas nos vean como un país con bajos riesgos?
Los principales indicadores que son observados por las calificadoras internacionales a la hora de saber si un país es realmente riesgoso en cuanto a la solvencia crediticia pueden dividirse en tanto económicos como políticos, destacamos los siguientes:
- Déficit Fiscal
- Crecimiento del Producto Interno Bruto
- Consistencia en las políticas macroeconómicas
- Grado de apertura financiera
- Diversificación en el comercio exterior
- Solidez y credibilidad de las instituciones públicas
- Estabilidad jurídica y tributaria
- Seguridad pública
En cuanto al déficit fiscal, hoy en día estamos en un porcentaje que todavía nos posiciona como un país solvente.
¿Realmente, es preocupante el aumento de la deuda pública en nuestro país?
Observemos ese 30% de endeudamiento sobre el porcentaje del PIB.
Si bien hoy somos solventes y tenemos un mercado financiero y bursátil en pleno crecimiento – con volúmenes históricos negociados, tasas accesibles para el crédito para la clase media y un spread relativamente bajo que nos posiciona con menor riesgo –, este año nos dimos cuenta de que no es suficiente con solo ser “un país con mucho potencial de crecimiento”.
Notamos que la matriz de gasto a nivel país debe ser revisada.
Si bien los ingresos tributarios representan un gran porcentaje de nuestros ingresos totales, el déficit fiscal que podemos generar debe ser observado desde la perspectiva de cómo estamos gastando el dinero público, qué porcentaje es destinado a costos como salarios y qué porcentaje se destina a gastos de inversión que hagan que, a medida que la deuda crezca, eso se traduzca en inversión y desarrollo económico en nuestro país.
Transparencia política del gasto: ¿La gente sabe en qué estamos gastando?
Si bien el 2020 fue el año de mayor crecimiento de deuda pública, esta deuda fue utilizada en su totalidad para fines relacionados a los planes de emergencia. Sin embargo, los costos cubiertos no se traducen en inversiones a largo plazo que fomenten el crecimiento.
Sí, fue una adquisición especial debido a la crisis sanitaria a causa del covid-19 lo que obligó a aumentar el porcentaje de deuda; pero realmente, ¿seguiremos aumentando este porcentaje? ¿Los montos serán utilizados para mayor inversión en infraestructura y productividad? ¿O seguiremos endeudándonos en mayor porcentaje para cubrir costos de emergencia que deberíamos poder prever en un futuro?
Tampoco olvidamos que, este año, el nivel de inversión llegó a Gs. 8,6 billones, con un crecimiento del 25% y representando el 3,6%, en donde la emergencia del Covid representó el 2,8% del PIB, siendo plan de recuperación el 1,9%.
Las personas en las calles no observan un cambio considerable luego del endeudamiento, que se traduzca en mejor infraestructura del país.
Sí, sabemos que este porcentaje alto fue utilizado como línea de emergencia, pero ¿y el porcentaje promedio de crecimiento de años anteriores?
Tampoco observan mejoras en servicios público como el sector de salud y, mucho menos, que la educación esté mostrando mejoras reflejadas en el nivel académico alcanzado por los niños/jóvenes en relación con países vecinos.
Entonces, ¿realmente vamos a tomar de ejemplo el 2020 y las falencias que vimos reflejadas a causa del Covid-19?
Debemos analizar factores como las falencias en la informalidad laboral, la estructura de gastos, los ingresos que hoy estamos teniendo como Estado, la transparencia política y la inversión en desarrollo para que las personas que estén en las calles puedan ver reflejada; también la inversión y el bajo riesgo que tiene Paraguay, así como su potencial crecimiento.
Sobre el riesgo país
¿Qué es el Riesgo país EMBI?
El EMBI (Emerging Markets Bonds Index o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes) es el indicador calculado por JP Morgan Chase. Se trata de la diferencia que existe entre la tasa de interés que pagan los bonos en dólares que fueron emitidos por los países subdesarrollados y los bonos del Tesoro de los Estados Unidos (el Spread entre ambos).
Los bonos más riesgosos pagan un interés más alto. Esto se aplica a todos los tipos de instrumentos del mercado bursátil debido al “riesgo” para los inversionistas.
Por lo tanto, en cuanto al ejemplo utilizado sobre los bonos de mercados emergentes en comparación con los bonos del Tesoro de EEUU, el spread debería de ser más alto para estos instrumentos más riesgosos, compensando la posibilidad de existencia de incumplimiento.
Según el último reporte de la entidad mencionada, Paraguay se ubica en el quinto puesto, con 2,12 puntos. Esto también se puede observar en las calificaciones de riesgo de los bonos emitidos por nuestro país:
Calificación de riesgo del Paraguay por su calificadora correspondiente
Standard & Poor`s presenta un grado especulativo BB, lo que por definición significa capacidad moderada con riesgo a mediano plazo. Por otro lado, Mooddy`s califica en Ba1 – con la misma definición y grado –; y Fitch otorga BB+, también con la misma definición.
En cuanto a la región y al año de baja económica para el Paraguay, las tres agencias calificadoras han decidido mantener la calificación en el marco de la crisis generada por la emergencia sanitaria, mientras países como Colombia y Perú empeoraron sus perspectivas.
Perspectiva regional de calificaciones soberanas a enero 2021
¿Cómo nos ven los inversionistas en el mundo?
En el siguiente gráfico, podemos observar el spread de los bonos emitidos por Paraguay:
Histórico Spread Bonos internacionales Paraguay
Al observar el spread existente entre la tasa cero riesgos (bonos del Tesoro de los Estados Unidos) y los bonos emitidos por Paraguay, el objetivo es que este spread sea lo más bajo posible, como para que al inversor extranjero le “dé igual” invertir en el bono del país de ejemplo o en bonos del tesoro de EEUU, desde la perspectiva del riesgo.
En el caso de Paraguay, se observa un pico del spread de las tasas, el cual se dio justamente en momentos de incertidumbre al comienzo de la pandemia, pero que no significó un cambio permanente para la perspectiva que tenían los inversionistas con respecto a estos bonos.
Este spread, como vemos en el gráfico, fue bajando desde la primera emisión, en el año 2013
¿Qué implica esta calificación y cómo nos en los inversionistas en el mundo?
Refleja que, a pesar de que Paraguay tuvo que realizar un aumento de la deuda pública en el último año debido al Covid-19, hoy todavía es catalogado como un país con bastante credibilidad y solvencia en comparación con los otros países de la región.
A comienzos de febrero, justamente Fitch Ratings publicó un pronóstico calificado como “moderado”. Destacan que la pandemia del coronavirus aún presenta riesgos para la economía y las finanzas públicas; sin embargo, la recuperación económica del país en los últimos meses y el repunte de la agricultura están mejorando las proyecciones para el 2020
¿Cómo fue el comportamiento de la deuda pública?
Según la teoría tradicional económica, “un déficit presupuestario público eleva la demanda agregada, estimula la producción a corto plazo, pero reduce el capital y el crecimiento a largo plazo”.
Como sabemos, la deuda pública o deuda soberana es el conjunto de deudas que mantiene el Estado frente a los particulares u otro país.
Según las estadísticas del Ministerio de Hacienda, en el último año y hasta el estimado del mes de noviembre, la deuda pública presentó un crecimiento del 36,8%, el cual es el crecimiento más acelerado desde el año 2004, cuando la deuda creció 25,65%.
Se observa la misma tendencia de dicho crecimiento año a año. A pesar de eso, se destaca el crecimiento más acelerado en el último periodo, en donde el país entró en emergencia debido al Covid-19.
Deuda pública total histórica
En millones de USD y variación interanual
Deuda pública y Producto Interno Bruto
En millones de USD
La deuda pública está compuesta en un 60% por los bonos emitidos por nuestro país y en un 38%, por los préstamos; mientras que en un 2%, de la ley que establece el régimen de obras y las alianzas públicos/privadas.
Acreedores internos y externos
La deuda pública interna es la contraída con personas físicas o jurídicas residentes en el Paraguay, mientras que la deuda externa es la contraída con cualquier organismo no residente en el Paraguay y el pago puede ser exigible fuera del territorio nacional.
Desde estos conceptos, en el 2020 el mayor crecimiento lo vemos en la deuda pública externa debido a los préstamos contraídos por nuestro país a causa de la crisis sanitaria del Covid-19.
La deuda interna presentó un crecimiento del 1% con respecto al 2019 – donde también presentaba un crecimiento del 1% –, representando el 4,6% del producto interno bruto y aumentando dicha participación en un 10%.
Por otro lado, la deuda externa de nuestro país presentó un crecimiento del 36,8%, mientras que en el 2019 el crecimiento era del 0,9%. De la misma manera, al cierre del 2020 el porcentaje de la deuda sobre el PIB era del 18,7%, mientras que para fines del 2020 es del 27,8%.
Deuda pública y externa como porcentaje del PIB
En %
Entre los principales acreedores y deudas contraídas en el 2020, tenemos primeramente en mayo del 2020 el Programa de Fortalecimiento de la política y gestión Fiscal para la atención de la crisis sanitaria y económica causada por el Covid-19 en Paraguay, otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual fue utilizado en su totalidad.
Otra deuda contraída en el 2020 es la Línea de Crédito Contingente Regional de Apoyo anticíclico para la emergencia generada por el Covid-19 en Paraguay, fondos que todavía no se utilizaron.
Ingresos y Gastos
Las bajas económicas provocan de manera automática, por el paro económico, una disminución de los ingresos fiscales y un aumento del déficit presupuestario.
En diciembre del 2020 se presentó un déficit acumulado del 6,2% del PIB, en línea con el 6% estimado de déficit presentado por los distintos organismos multilaterales.
Los ingresos presentaron una caída del 3,7% con respecto al 2019, en donde principalmente los ingresos tributarios presentaron una caída del 3,8%. Ootra caída que observamos desde hace dos periodos es en la recaudación de los ingresos por medio de Itaipú y Yacyretá, con una variación negativa del 8,4%.
Los ingresos tributarios representan el 70% de los ingresos ejecutados en el 2020, lo cual no varía mucho en comparación con la composición de años anteriores.
Por el lado de los gastos, vimos un aumento en grandes porcentualidades – como ya mencionamos –, debido al incremento de prestaciones sociales aplicadas en línea de emergencia a causa del Covid-19, como lo son Tekoporä, Pytyvö, Ñangareko y subsidios del servicio público, el cual presenta una variación del 58,8% con respecto al 2019
También se observa el crecimiento del 30% de los intereses de pago de deuda a causa de los préstamos contraídos, en línea de la crisis de emergencia por el Covid-19.
En cuanto a la composición de gastos, la remuneración de empleados públicos representa el 45% de lo ejecutado, en comparación con el 49,3% del 2019.
Por otro lado, las prestaciones sociales tuvieron una participación del 24% en comparación con la participación del 17% del año 2019, con respecto a los gastos totales.
Desafío reputacional
Hoy en día, a nivel internacional, los inversionistas del exterior nos ven como un país con riesgos bajos, crecimiento sostenido, tasas de interés e inflación estable y un mercado financiero con potencial crecimiento. Sin embargo, la perspectiva de la gente en la calle es otra.
Sí, las perspectivas son distintas desde el lado macro y micro, así como desde el sistema financiero y el sistema social.
La forma de ver un país está cambiando, hoy importan más indicadores sociales que antes, tal vez, no se consideraba tan en juego como hoy.
Pero, desde las calles y desde el lado internacional, ambas perspectivas tienen una cosa en común que hoy se encuentra debilitada y puede afectar en un futuro: la transparencia del gasto y la confianza política del país.