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23 de noviembre de 2024

Más allá del crédito: La inversión en emprendimientos para ganar más resiliencia en Paraguay

Los efectos económicos de la pandemia revelaron la importancia del acceso al crédito para enfrentar momentos difíciles, pero la solidez de las empresas también fue crucial para la supervivencia.

El Fogapy instaló la práctica de la cobertura de riesgos para la financiación y se van posicionando alternativas como la inversión bajo la figura de socios de empresas para avanzar hacia una mayor diversificación.

Estos temas se abordaron en el foro Competitividad Paraguay, del cual participaron Alvaro Acosta, director de Investor; Beltrán Macchi, presidente de Asoban; y Carmen Pereira, directora de Seprelad.

ANÁLISIS

La pandemia de COVID-19 demostró como pocas veces la importancia de estar preparados para enfrentar hasta los riesgos más impredecibles, no solo en las estructuras de atención sanitaria sino también en el mundo empresarial.

Ante la necesidad de dotar a las unidades de producción de herramientas suficientes para subsistir al cese de actividades que implicó la cuarentena total del 2020, figuras crediticias como el Fondo de Garantías del Paraguay (Fogapy) tomaron fuerza en el mercado y adquirieron una masiva adhesión en el sistema financiero.

Sin embargo, las opciones de administración de empresas y emprendimientos que pueden otorgar una mayor resiliencia no solo están presentes en las alternativas de acceso al financiamiento. La apertura de los proyectos a la incorporación de socios es una práctica poco frecuente en nuestro panorama de inversiones, pero que puede ayudar a avanzar hacia una mayor diversificación de riesgos y estar “mejor parados” en momentos de dificultades económicas.  

Estas fueron las reflexiones que compartió Alvaro Acosta, director de Investor, en el Foro Competitividad Paraguay realizado recientemente por la Fundación Paraguaya.

Acosta arrancó su alocución recordando que el contexto de pandemia demostró cómo el dinero tiene la característica de ser “muy temeroso”, lo que se materializó en la cautela que exhibieron los inversores a la hora de tomar decisiones. “Tiene miedo, para, se queda quieto y espera que se aclare un poco la situación antes de volver a apostar por algún proyecto”, expresó, a modo de describir el modo en que se comporta el dinero en momentos de incertidumbre.

A medida que la pandemia fue avanzando, reconoció que las empresas, los proyectos y los emprendedores que están mejor posicionados y preparados para los momentos de crisis se convirtieron en los mejores “refugios” para el dinero. En consecuencia, explicó que se amplió la brecha en términos de tasas de interés y costos de fondeo entre los buenos riesgos y los malos riesgos.

“La plata va al lugar seguro y empieza a abundar para ese grupo de la población. Las empresas más riesgosas, las que estaban en menores condiciones de aguantar la pandemia, son las que más sufrieron, hasta hoy están golpeadas y probablemente van a seguir así por un buen tiempo”, aseveró.

Por otro lado, sostuvo que todavía hay poca cultura por parte del inversor paraguayo de invertir como socio de las empresas, mientras que tampoco hay cultura por parte del emprendedor de buscar socios y casi siempre se termina analizando solo la opción de crédito.

“Tenemos que empezar a ver más allá de que el crédito es un complemento al capital de riesgo, que es el capital que sirve como ancla o base para que con el crédito le apalanques y le hagas crecer; pero sin el capital inicial, si no es sólida la empresa o el emprendimiento, si no tiene una relación capital/deuda eficiente, crece el riesgo, crece su costo financiero y, por ende, crece sus chances de fracasar”, advirtió.

A la mencionada cuestión cultural, sumó la evolución del mercado entre los elementos que todavía impiden una mayor diversificación de las modalidades de inversión. Relató que “somos un mercado en crecimiento, tenemos que dar tiempo para que la gente se vaya acostumbrando a invertir de esa manera, que empiecen a aparecer los vehículos de inversión para enterarse de los proyectos, apoyar y diversificar.

A modo de describir el camino que se debe seguir para explorar estas otras formas de hacer negocios, explicó que una inversión tiene dos puntas: el emprendedor que necesita dinero para hacer su proyecto y el inversor que está buscando a un emprendedor o alguien que utilice ese dinero para generar riqueza.

“Las dos puntas tienen poco conocimiento en materia de cómo unirse, ahí es donde actúa el mercado y la Bolsa de Valores, en todos los países, es un actor dinamizador de esa unión entre las dos puntas. La Bolsa de Valores es el recinto donde se encuentran el que quiere hacer un proyecto y necesita dinero, y el que tiene dinero y está buscando obtener un retorno adicional”, agregó.

Adaptación del sistema financiero

Beltrán Macchi, presidente de la Asociación de Bancos del Paraguay (Asoban) también participó del foro sobre competitividad. En la oportunidad, relató cómo se materializaron la resiliencia y la capacidad de adaptación del sistema financiero a las restricciones que impuso la pandemia.

Los desafíos que impuso la pandemia constituyen una opotunidad para repensar las formas de hacer negocios y analizar estrategias de diversificación para reducir los riesgos.

Recordó que ante la reducción importante que hubo en el flujo de ingresos de amplios sectores de la población, se acompañó con refinanciamiento y restructuración de deudas. La mayor utilización de las herramientas tecnológicas con las que ya se venía contando fue un paso fundamental para este cometido, a su criterio.

“El sistema venía preparado con la banca digital, que resolvió varios problemas para la atención a los clientes sin tener que trasladarse ni aglomerarse en las sucursales, en algunos países no ha funcionado, pero en Paraguay sí”, expresó.

Destacó que durante la emergencia sanitaria se fortalecieron también instituciones como el Fogapy, que estaba habilitado desde hace más de veinte años, pero en medio de la pandemia se puso en marcha en tiempo récord. Reconoció que, en otros países, esta herramienta ya mostró ser muy efectiva para el financiamiento de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes).

Finalmente, advirtió que persisten los desafíos de inclusión, bancarización y formalización en nuestro mercado, y que los niveles de morosidad se encuentran en niveles “normales”, con sectores más afectados que otros principalmente en la micro.

Rigurosidad vs flexibilidad

El mantenimiento de los estándares de fiscalización, por su parte, fue una labor que no se cumplió a cabalidad durante la pandemia, admitió a su vez la directora de Análisis Financiero de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes, Carmen Pereira.

La funcionaria explicó que el aislamiento dificultó los controles, ya que los clientes no pudieron acercarse a llevar documentos, y tuvieron que replantear la manera en que el cumplimiento podía ser útil. Detalló que necesitaron de herramientas informáticas para paliar la situación de acercamiento a los clientes “porque el conocimiento se da mucho por el face to face, hubo delaciones para obtener información de los clientes”.

Agregó que toda esta situación dificultó a las entidades un cumplimiento efectivo y eficaz de la normativa, y que el sistema de fiscalización tuvo que acompañar la resiliencia de los sistemas para poder entender la coyuntura.  

“Tuvimos que reajustarnos tecnológicamente y buscar herramientas que nos permitan acompañarle al sistema financiero; tuvimos que establecer prórrogas, tuvimos que volvernos flexibles, tuvimos que establecer esa flexibilidad como una regla. En algunos casos, funcionó muy bien; en otros casos, como la evaluación del Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat), la ansiedad que esta situación nos genera nos impidió ser tan flexibles como necesitaba el sistema para poder acompañarles mejor”, relató.

“Sin duda, hoy se puede notar que podemos flexibilizarnos hasta ciertas medidas, que estas medidas son útiles y no tienen que ser representadas como una forma de debilitar el sistema de control, sino de facilitar herramientas que hagan al control parte de un cumplimiento del cliente para la entidad y de la entidad para los entes fiscalizadores”, añadió.

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