Los diferentes factores acontecidos en los primeros meses de este año han afectado de distinta manera a las perspectivas y economías de los países del mundo y de la región.
Este año se ha caracterizado por la desaceleración y el reequilibramiento de China; la suba de los precios de las materias primas, en especial del petróleo, con notables efectos redistributivos entre sectores y países; la desaceleración de la inversión y el comercio, y la disminución de los flujos de capital hacia economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Estos factores mencionados, unidos a multitud de otros no económicos como por ejemplo tensiones geopolíticas, como la disputa entre Rusia y Ucrania, generan una incertidumbre considerable y, en conjunto, son acordes con unas perspectivas débiles para la economía mundial, y más para los países en vía de desarrollo, como es el caso de Sudamérica, en donde ha ocasionado el debilitamiento sustancial del crecimiento y el incontrolable aumento de la inflación.
Si bien Paraguay comenzó este 2022 con grandes expectativas para su crecimiento económico, similar al 2021, en donde se registró una expansión del 4,2%, según los datos preliminares del Banco Central del Paraguay (BCP).
De acuerdo al último informe de Política Monetaria de la banca matriz, este año nuestro país crecería apenas 0,2% y según las perspectivas de diferentes instituciones del sector privado, habría una retracción del Producto Interno Bruto (PIB).
En este contexto, cabe recordar que la inflación interanual (acumulado doce meses) a abril de este 2022 alcanzó la cifra de 11,8%, muy superior al 2,5% experimentada en el mismo periodo del año pasado.
Además, los analistas del BCP confirmaron que el alto precio de los productos continuaría por lo que resta del año, por lo que la inflación seguirá muy por encima del 4% de rango de meta.
A este contexto lleno de incertidumbre, también se suma la alta tasa de desempleo registrado en Paraguay, en donde el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informó que en el primer trimestre del año, la cifra de desocupados alcanzó un 8,5%, superior en 0,3 puntos porcentuales, en comparación al mismo periodo del año pasado.
El informe detalla que las personas desocupadas fueron alrededor de 317.030, de las cuales, cerca de 160.720 fueron hombres, lo que equivale a un 51%, y 156.310 mujeres, un 49%.
De esta manera, el rezago del mercado laboral significa un freno para la recuperación en los índices de pobreza tras la pandemia. Además, el aumento de la inflación complicaría la planeación financiera de hogares y empresas.
Sobre este punto, la economista Martha Coronel de la Consultora Mentu, comentó que el bajo crecimiento observado en los últimos meses tiene su contraparte en el mercado laboral, que sigue relativamente débil.
“Con el resultado que se tiene con la caída del sector agropecuario es normal que nosotros estemos en desaceleración y con más razón las empresas van a realizar un ajuste de costos, que en muchos casos es la reducción del personal”, explicó.
Así también, la analista señaló que la baja expansión, más el pobre desempeño del mercado de trabajo mantiene a demasiadas personas con oportunidades limitadas, en la zozobra o sin ingresos suficientes para cubrir sus necesidades.
“Si los diferentes sectores de la industria se animan a invertir se va a poder sostener en parte el empleo”, indicó Coronel.
Estanflación
Por otra parte, la economista sostuvo que si la cifra de la inflación se mantiene alta, sumando la caída de PIB de más de un año, ya se puede hablar de una estanflación en el país.“Si el PIB cae, que es lo que se estima, y hay cerca de un crecimiento casi nulo, entonces estamos en una estanflación”, expresó.
De acuerdo a la especialista, el contexto da lugar a la estanflación que tiene un impacto directo en el acceso a bienes y servicios, dificultando la cobertura de las necesidades básicas de los desempleados.
Además, según la consultora Mentu, esta situación genera riesgos en la pérdida de empleos así como de salarios más bajos para los ocupados.
«Esto incidiría negativamente en la confianza del consumidor y el poder adquisitivo. Representando esto un gran un dilema para la política económica ya que acciones destinadas a reducir la inflación podrían exacerbar el empleo en el futuro», advirtió Mentu.
En cuanto a las políticas realizadas por parte del BCP para frenar el aumento de la inflación, la economista manifestó que esto podría estar incidiendo a su vez en la tasa del desempleo, ya que el alto costo de los créditos estaría frenando en la expansión de las industrias y estas a su vez inciden en la contratación del personal.
Por lo que con esto, la banca matriz estaría logrando que haya menos crédito y a la vez menos circulante, pero esto implicaría que no se esté cediendo todos los créditos para la inversión, y esto hace que no haya suficiente número de empleo para la economía, ya que las industrias o empresas no pueden crecer.
«El BCP está haciendo lo correcto para frenar la inflación desde el lado al sacar dinero de la economía, pero hay que hacer otras políticas que potencien la oferta, que se incentiven, por ejemplo, mantener los aranceles bajos de las importaciones de maquinarias, para que la industria se anime a invertir, pese a que vaya a pagar una mayor tasa por los créditos”, indicó Coronel.