Por Lucas Galeano – Estudiante investigador
La estructura de una población total se divide en tres grandes grupos que están sujetos a lo que se denomina transición demográfica:
- La población infante en dependencia (0 a 14 años)
- La población en edad productiva (15 a 65 años)
- La población adulta mayor en dependencia (65 años o más)
El bono demográfico está definido como “el periodo durante la transición demográfica en la que la proporción de personas en edad de trabajar (potencialmente productivas) crece en relación con las personas en edad de potencial dependencia”.
Primeros síntomas
A mediados del siglo XX, tanto en Latinoamérica como en nuestro país se daba uno de los primeros indicios del comienzo de una ventana de oportunidad que fue el comportamiento de las tasas de fecundidad, natalidad y mortalidad, las cuales mostraron una tendencia marcadamente descendente a la que Paraguay no quedó ajeno.
De acuerdo con CEPAL (2008), Paraguay forma parte del grupo de países en transición plena cuya considerable reducción de la TGF (tasa global de fecundidad) es relativamente reciente en comparación con otros países que experimentaron esta situación en décadas anteriores.
En los últimos 70 años, las favorables tendencias de las tasas vitales fueron determinantes para explicar el crecimiento constante de la población paraguaya, en particular, la disminución de las tasas de fecundidad y natalidad, acompañada de una menor tasa de mortalidad, que se comprueba al observar su evolución desde 1950 al 2012.
Es muy importante entender que las necesidades y demandas de las personas dependen del punto de ciclo de vida en el que se encuentren, por lo tanto, el ensanchamiento de las personas dentro del rango de edad productiva tendrá un efecto inverso al de las personas en edades de dependencia, que a su vez están subdivididas en dos grandes grupos que paralelamente demandan cosas diferentes: por un lado, la demanda de educación de la población infante alcanza su mayor presión entre los 5 y los 15 años, asimismo, la demanda de salud de la población mayor denota un incremento a partir de los 40 años.
Durante el desarrollo de este fenómeno, se espera que exista un aumento de la demanda de empleo y viviendas, debido a la concentración de un importante grupo de la población entre sus demandantes.
Por otra parte, es importante entender el fenómeno desde la perspectiva del gasto fiscal de mantención del sistema de educación. A medida que la población infantil disminuye, las limitaciones para mantener el sistema educativo también disminuyen, suponiendo que se mantienen los niveles impositivos actuales, permitiendo un aumento de la inversión de los niños del futuro.
En el sector salud se tienen en cuenta los gastos promedios en servicios de salud por cada grupo etario. Es normal que la demanda en este sector sea más importante en la población infantil y en la de adultos mayores, por lo que la transición demográfica impulsará en esta primera mitad de siglo una disminución de las demandas en términos relativos por el ensanchamiento de la población de 10 a 64 años de edad.
También es importante señalar que la gran cantidad de población productiva de la que se dispondrá representa una oportunidad irrepetible desde el punto de vista económico, pero también un enorme compromiso al incrementar la presión sobre demandas fuentes de trabajo y vivienda que, de no ser satisfechas, han de producir efectos impredecibles y en nada favorables para el bienestar de la población.
Desafíos
Evidentemente, estamos ante una oportunidad nunca vista e irrepetible, por lo que, en este orden de ideas, debemos tomar en cuenta los desafíos a los que se enfrentan tanto los jóvenes con quienes empieza esta etapa, como el gobierno que resulte electo en los comicios de este 30 de abril.
Resulta claro que el aprovechamiento de este fenómeno pasa por la capacidad del gobierno de utilizar sus herramientas con el fin de hacer efectivo el mejoramiento del capital humano a nivel productivo.
De este modo, cabe hacer un pequeño inciso en la educación.
En el promedio de años de estudios de las personas jóvenes, se ve un incremento leve en los últimos años, caso que se viene dando desde comienzos del siglo XX. Si bien es cierto que siguen siendo niveles de educación bajos, es por ello que analistas piden mayor inversión y disminuir brechas.
Se debe tener en cuenta que, a medida que la edad aumenta, se reduce el acceso a la educación. Con datos de la EPH, Zavattiero y Serafini (2015) estiman que la no asistencia a un instituto de enseñanza sigue una senda creciente entre los grupos de edad: 28,7% de jóvenes de 15 a 19 años, 66,1% de aquellos de 20 a 24 años y 81,6% de quienes tienen de 25 a 29 años de edad no asisten a una institución de enseñanza, siendo la principal razón el factor económico (66,5%), que involucra razones como necesidad de trabajar, no cuentan con recursos en el hogar y elevado costo de matrículas y materiales.
Por su parte, los indicadores de calidad que se presentaron en el informe de resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE en el año 2019) sobre logros de aprendizaje arrojan lo siguiente:
Se ha verificado, según los datos, que Paraguay ha registrado aumentos del puntaje promedio de los estudiantes en las tres áreas curriculares evaluadas, en los distintos grados, pero sigue estando muy por debajo del promedio de la región.
En conclusión, se observa que, si bien somos un país con importantes desafíos para mejorar sus resultados de aprendizaje con relación al promedio de los países de la región, en efecto ha mejorado con respecto a la medición anterior. Por consiguiente, se verifica un avance estadístico en 3° grado tanto en Lectura como en Matemática.
En 6° grado también se registran avances en Ciencias, en cambio, en Matemáticas y Lectura se mantienen, aunque debe señalarse que al comparar con los demás países de la región, Paraguay obtuvo un ERCE con resultados significativamente por debajo del promedio de la región en todas las pruebas y asignaturas, especialmente en Matemática 6° grado, donde el país registró un promedio significativamente más bajo, distanciándose de 50 puntos.
¿Estamos a tiempo?
Es importante tener en cuenta que la oportunidad del bono demográfico es un fenómeno temporal, lo que nos hace preguntarnos: ¿Cuánto durará?
Para responder esta pregunta, es necesario recurrir a proyecciones sobre la población en un periodo más prolongado. Para ese efecto, el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) ha realizado el ejercicio de extrapolar los agregados de la población en grandes grupos según la tendencia 2012- 2025, para obtener datos hasta el 2050, lo cual indicaría que esta tendencia seguiría hasta el año 2045, donde acabaría por volver a incrementarse.
Es decir, aproximadamente dos décadas es el período clave para el aprovechamiento del bono demográfico.
El actuar económico de las personas está en función del momento de su vida en el que se encuentren, en consecuencia, afecta al desempeño económico del país de manera importante.
Un indicador que permite visualizar el impacto eventual de los cambios de estructura poblacional sobre el desempeño socioeconómico es la relación o la tasa de dependencia demográfica (TDD), la cual tiene la capacidad de medir la proporción de las persona en edad infantil (de 0 a 14 años) junto con las personas en edad de vejez (de 65 años o más), respecto a la población potencialmente activa (15 a 64 años).
Si bien Paraguay aún cuenta con un tiempo significativo, el fenómeno está en pleno funcionamiento, por consiguiente, las autoridades deberán redoblar esfuerzos en materia de gastos y políticas para favorecer sectores determinantes en la búsqueda del mejoramiento, a nivel nacional, de la educación y promoción de empleos, entre otros determinantes.
Conclusión
El bono demográfico es un proceso dinámico, imperceptible en la vida cotidiana, que ocurre en la estructura poblacional de un territorio determinado y se concreta en el ensanchamiento de la población potencialmente productiva en relación con la población dependiente, en otras, palabras niños y ancianos.
La educación y nivel de actividad de la población joven son algunas de las principales variables que deben ser elementos fundamentales para la elaboración de políticas públicas, es decir, los focos deben estar puestos en este segmento de la población y se debe monitorear permanentemente para determinar la situación en la que se encuentran, con el objetivo de establecer metas en el corto, mediano y largo plazo, ya que el aprovechamiento óptimo del bono demográfico pasa por disponer de un capital humano inserto en la actividad económica con elevado nivel de productividad que le retribuya con elevados ingresos.
El aprovechamiento de esta ventana de oportunidad está sujeto a la capacidad de las autoridades de manejar de manera efectiva sus políticas y la forma en que enfrenten los desafíos que se presentan durante todo este periodo; de este modo, deben actuar de manera conjunta y abocadas en el diseño y elaboración de un Plan Nacional de la Juventud que responda a las necesidades específicas de los jóvenes, para poder responder con calidad a las demandas de la juventud y lograr el desarrollo integral de este conjunto de la población.