El estallido de la pandemia de COVID-19 generó a la economía local – al igual que en todo el mundo – la necesidad de garantizar suficiente disponibilidad de dinero en el mercado, a fin de evitar un desplome aun más pronunciado de la producción y el consumo. En este sentido, el Banco Central del Paraguay (BCP) lanzó un inédito paquete de medidas de apoyo financiero, en marzo pasado, que llevó al sistema a contar con un exceso de liquidez, al inyectarse recursos por alrededor de G. 8 billones (poco más de USD 1.000 millones).
Hoy, esta sobreabundancia de dinero se va corrigiendo y la liquidez estructural en el sistema financiero se encuentra por debajo de los G. 5 billones. Además, la tasa de interés interbancaria (TIB) – que es el precio con el cual se otorgan créditos los bancos entre sí – se ubica ya en 0,65%, cerca del 0,75% de tasa de interés de referencia que fija el BCP para su política monetaria.
Con estos números, el accionar de la banca matriz ha demostrado que puede lograr los objetivos que se propone con el esquema de metas de inflación y es momento de planificar la reducción de la variación óptima que debe tener el Índice de Precios al Consumidor (IPC), a criterio del economista Carlos Carvallo, quien hasta hace una semana se desempeñó como miembro del Directorio del BCP.
Recuerda que la TIB retrocedió a niveles de casi 0% en los momentos de mayores aprietos económicos, pero que actualmente se están recuperando los niveles de equilibrio debido principalmente a la utilización de los Instrumentos de Regulación Monetaria (IRMs) y las operaciones de venta de dólares que efectúa el BCP para cortar los picos que detecta en la cotización frente al guaraní.
Con las medidas mencionadas, se procedió a retirar los guaraníes que componían aquel exceso de liquidez, sin que se presentaran presiones inflacionarias significativas o riesgo de que los precios de la canasta básica familiar se dispararan como consecuencia de una demanda más restringida de productos y servicios.
Carvallo relata que desde que se realizó la última corrección de la meta de inflación – en el 2017 –, la variación de precios se mantuvo en niveles cercanos al 3%.
Pensar en el momento propicio. “Hay un espacio para que el Banco Central empiece a analizar corregir su meta por lo menos a 3,5%. Tal vez este no sea el momento adecuado, porque significa hacer una política monetaria contractiva y la economía todavía requiere los estímulos monetarios, es tiempo de políticas monetarias contracíclicas; pero más adelante, sí: están dadas las condiciones, por el éxito de la política de metas de inflación”, expresó el profesional, en entrevista concedida a MarketData.
“Lo ideal es que (la reducción de la meta de inflación) sea en un momento de mayor normalidad de la economía, cuando pasemos esta crisis y la economía esté operando con todos sus motores, en este momento hay que dejarle a la política monetaria operar con toda su potencia y no generar política contractiva”, agregó.
El economista César Barreto, ex ministro de Hacienda y miembro de la fundación Desarrollo en Democracia (Dende), coincide con esta propuesta e insta a que la meta de inflación converja inclusive a un nivel de 3%, ya que esta es la cifra que rige en la región y en la mayoría de los países emergentes.
Para este ajuste, señala como un periodo prudente a los próximos tres años, pero sin que implique “costos muy altos”, ya que la economía aún está sufriendo los embates de la emergencia sanitaria. “Hay que anunciarlo con buen tiempo, anunciarlo para el 2022 y 2023, para probablemente en un periodo de tres años reducirlo a niveles de 3%”, aseveró.
¿Qué pasa con la inflación? Los precios de la canasta básica también exhibieron los efectos del bajón en el dinamismo económico que produjo la amenaza del nuevo coronavirus en el país.
Abril, mayo y junio pasados reportaron consecutivos resultados de deflación mensual, o disminución de precios respecto al mes anterior. La variación interanual (comparativa con el mismo mes del año anterior) fue de 1,1% en julio del 2020 – lejos de la meta de 4% del BCP y también por debajo del piso del rango de 2% a 6% en que se permite fluctuar a este indicador – y el cálculo acumulado desde enero siguió en terreno negativo hasta el séptimo mes del corriente año, con una variación de -0,3%.
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Este comportamiento del IPC se relaciona con las dificultades por las que atraviesan las personas para salir a consumir productos y servicios, ya sea por las restricciones impuestas a la movilidad o el temor al contagio: si no hay demanda, los precios no se pueden incrementar.
César Barreto considera, al respecto, que las presiones inflacionarias significativas se presentarán recién el año que viene – en coincidencia con la proyección de inflación de 1,2% que maneja el BCP para el cierre del 2020 –, “en la medida que la gente que vaya componiendo sus ingresos y sus expectativas, y las empresas inviertan de vuelta”.
“Hay combinación de factores, difícilmente se recuperen los precios por el escenario recesivo que restringe la posibilidad de ajustar precios, los costos tampoco aumentan porque también está muy restringido sobre insumos y mano de obra. La liquidez no está impulsando la demanda de manera sustancial, está lento y va a seguir así”, añadió.
Carlos Carvallo, por su parte, destaca que las expectativas de los agentes económicos para el mediano plazo se basan en que la inflación retorne al nivel de 4% en los próximo 18 a 24 meses – periodo considerado técnicamente como “horizonte de política monetaria” –. Esto, según las últimas encuestas de Expectativas de Variables Económicas (EVE) recogidas por el BCP.
Proyecciones para el resto del año. El aumento de la liquidez del sistema financiero local se desaceleró levemente en junio del 2020, respecto al mes anterior, al llegar a una variación de 30,2%, según el informe de Liquidez del Sistema Financiero elaborado por el Departamento de Análisis Económico y Financiero de Investor casa de bolsa, a partir de datos suministrados por el BCP.
“La liquidez en moneda extranjera creció interanualmente 29,5% mientras que de manera mensual, 6,1%; luego de que en el mes anterior, la variación fue del 1,9%. En cuanto a la moneda nacional, también presentó un crecimiento, del 30,8% de manera interanual, luego que en el mes de mayo presentara un crecimiento del 31%. Si bien ambas monedas tuvieron una desaceleración en términos interanuales, de manera mensual la tendencia sigue al alza”, detalla el reporte.
La entidad espera que en el 2020 la liquidez en dólares continúe con un crecimiento de 32,5%, mientras que en guaraníes prevé una expansión de 38,8% anual. Entre ambas monedas, estima que el incremento de la liquidez tendrá un promedio de 36,3%. “Debido a la situación vivida por la pandemia del COVID-19, los bancos no se encuentran aumentando la cantidad de créditos otorgados, pese a los estímulos monetarios realizados por el Banco Central del Paraguay”, agrega el documento.
Al cierre del primer semestre del año en curso, los préstamos bancarios reportaron un crecimiento de 7,8% respecto al mismo periodo del 2019, al sumar G. 98 billones, según datos de la Superintendencia de Bancos. El economista Carvallo relata que el crédito se ha ido recuperando “de alguna manera” – luego del freno que se observó entre abril y mayo pasados –, como respuesta a las medidas de flexibilización financiera y los instrumentos que se han creado desde el BCP.
“Tal vez no haya llegado a donde se deseaba que llegue, de la manera que se deseaba que llegue. Más que por una voluntad de los bancos, tiene que ver con problemas de carácter estructural: la alta informalidad y la falta de información adecuada para evaluar riesgos a futuro, que dificultan atender a los sectores que fueron los más dañados por la crisis: las pequeñas empresas y grupos familiares que tienen emprendimientos”, aseveró.
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César Barreto también observa un mercado de créditos todavía deprimido, principalmente en el sector de mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), a pesar del impulso que recibió el Fondo de Garantías del Paraguay (Fogapy). “El crédito va a estar bastante estancado este año y el repunte se prevé recién para el año que viene, con una mayor demanda de créditos, tasas de interés históricamente bajas, reflejando la política del Banco Central”, concluyó.