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2 de mayo de 2024

El Índice de Miseria Económica: orígenes, críticas y adaptaciones

En la década de 1970, Estados Unidos enfrentó una crisis económica marcada por el aumento del desempleo y la inflación. En respuesta, el economista Arthur Okun creó el Índice de Miseria, que combina la tasa de desempleo y la inflación para medir el malestar económico.

Por Belén Villamayor

Llegada la década de 1970, Estados Unidos empezó a experimentar una combinación económica letal: aumento del desempleo e inflación. En este contexto, surge el economista Arthur Okun, con el deseo de cuantificar la eficiencia de la economía y sus repercusiones en el bienestar o malestar de las personas. De esta manera, propuso crear un índice que tenga en cuenta el desempleo y la inflación, dado que ambos imponen costos significativos al correcto funcionamiento de la economía.

El índice de miseria de Okun es un cálculo muy sencillo, una simple suma de la tasa de desempleo (td) y el índice de precios al consumidor (IPC), la cual se utiliza para medir la inflación (π). La tasa de desempleo mide el nivel de desocupación con relación a la fuerza laboral de 15 años y más y el IPC cuantifica el cambio en el costo de una canasta de bienes y servicios promedio para toda la sociedad (Fernando Medina Hernández, 2023). “Mientras más alto sea el índice, mayor será la “miseria” del país en esas dos dimensiones (inflación y desempleo). Actualmente, la U.S. Bureau of Labor Statistics reporta de manera mensual el IM para Estados Unidos”. (Cepeda, 2022)

Inicialmente fue llamado “índice de incomodidad”. Más tarde, en 1980, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, lo rebautizó como “índice de miseria económica” al “burlarse” del periodo de gobierno de su antecesor, Jimmy Carter. Desde allí, es conocido como “índice de miseria de Okun” (Lovell & Tien, 1999).

Probablemente constituyó el primer intento para medir el malestar económico de una población en un solo número. Como todo lo que se hace por primera vez, fue foco de críticas de muchos economistas. 

La principal de ellas es la excesiva simplicidad del mismo, reduciendo los problemas socioeconómicos de la sociedad a solo inflación y desempleo, cuando existen muchos otros que afectan el bienestar de la población (Lovell & Tien, 1999). 

Otra crítica, mencionada por (Di Tella, MacCulloch, & Oswald, 2001), es que Okun le dio el mismo peso a la inflación y el desempleo. El autor demostró que el desempleo tiene efectos más negativos sobre el bienestar que la inflación. Por lo tanto, el índice de miseria de Okun subestima el descontento generado cuando el desempleo es alto. Siguiendo esta línea, la tasa de desempleo considera solo a la población que no tiene trabajo pero se encuentra buscando uno, dejando de lado a las personas que deciden no trabajar por diversos motivos (Barón, 2022). 

Por el lado de la inflación, existen críticos que establecen que es lógica cuando existe un aumento de la demanda en un entorno de crecimiento económico, por lo que no siempre está relacionada a un contexto de miseria. La otra cara de la moneda, la deflación, también conduce al desempleo y por ende, a la pérdida del bienestar (Barón, 2022).

Dadas las diversas críticas al índice, diversos autores han propuesto modificaciones al mismo. En 1999, Barro propuso su versión del índice de miseria. En esta, a la tasa de desempleo y el IPC, le sumó la tasa de interés (r) y resto la tasa de crecimiento del PIB (%PIB). Su argumento es que los aumentos en la tasa de interés a largo plazo y el crecimiento económico por debajo del promedio contribuyen a cuantificar la miseria, dado que son dos factores que influyen directamente en el poder adquisitivo de los agentes, lo que se relaciona con su bienestar (Fernando Medina Hernández, 2023). Barro lo utilizó para medir el cambio en el nivel de miseria de la población durante el mandato de un presidente. 

Posteriormente, en 2011 el índice de miseria de Barro fue utilizado por Steve Hanke, quien terminó por crear su propia versión del mismo. El índice anual de miseria de Hanke (HAMI) es la suma de las tasas de desempleo (multiplicada por dos), inflación y tasa de interés al final de cada año, menos la variación porcentual anual del PIB real per cápita. Decidió, por un lado, multiplicar por dos la tasa de desempleo por una sugerencia que le hizo el profesor de economía Andrew Oswald, basada en su opinión de que la tasa de desempleo tiene un peso mucho mayor en el nivel de bienestar/malestar de las personas. (Hanke, Índice de miseria de Hanke 2022: ¿quién es miserable y quién feliz?, 2023)

Por otro lado, cambió la tasa de crecimiento del PIB por la variación porcentual anual del PIB real per cápita. Esto podría ser debido a que “el estándar de vida tiende generalmente a incrementarse a medida que el PIB per cápita aumenta”, dado que refleja “el valor monetario de todos los bienes y servicios finales generados en el país o entidad federativa, que le correspondería a cada habitante en un año dado si esa riqueza se repartiera igualitariamente” (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, 2011). Por ello, es ampliamente utilizado como indicador de calidad de vida de la población y desarrollo económico.

“Valores más altos en los tres primeros elementos son «malos» y vuelven a la gente más desdichada. Estos elementos «malos» se compensan con un «bueno» (el crecimiento real del PBI per cápita)” (Hanke, Índice de miseria de Hanke 2022: ¿quién es miserable y quién feliz?, 2023). Hanke utiliza este índice para países más allá de Estados Unidos. Es publicado todos los años en diversas revistas como National Review Magazine, Forbes, entre otros.

Tabla 1: Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI)  – 2022. Los 10 países más miserables de mayor a menor. 

RANKINGPAISHAMIFACTOR DE MAYOR PESO
1Zimbabue414,7Inflación
2Venezuela330,8Inflación
3Siria225,4Desempleo
4Líbano190,34Inflación
5Sudán176,1Inflación
6Argentina156,2Inflación
7Yemen116,2Inflación
8Ucrania110,003Desempleo
9Cuba102Inflación
10Turquía101,6Inflación

Fuente: elaboración propia con datos del HAMI 2022 – National Review Magazine

Zimbabue lidera la lista dada la inflación endémica (por periodo indefinido, dado que se ha incrustado en el sistema) y los dos episodios de híper inflación, generados por las políticas económicas miserables a manos de Mugabe y Mnangagwa. Le sigue Venezuela con una situación muy parecida, dados sus dos episodios de híper inflación y la caída de su producción de petróleo. Países como Siria, Líbano, Sudán, Yemen y Ucrania se encuentran en constantes guerras y ataques armados, lo que explica por sí solo su posición en el ranking (Hanke, Índice de miseria de Hanke 2022: ¿quién es miserable y quién feliz?, 2023). 

Argentina y Cuba se encuentran dentro de los países más miserables como resultado de políticas económicas que atentan constantemente contra el motor económico. Por último, Turquía cuenta con una inflación del más de 60%, lo que influye directamente en el poder adquisitivo y el bienestar de su población.

Tabla 2: Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI)  – 2022. Los 10 países menos miserables de mayor a menor.

RANKINGPAISHAMIFACTOR DE MAYOR PESO
1Suiza8,5Desempleo
2Kuwait8,6Desempleo
3Irlanda8,602Variación del PIB real per cápita
4Japón9,071Desempleo
5Malasia9,075Desempleo  
6Taiwán9,399Desempleo  
7Niger9,77Tasa de interés
8Tailandia10,219Inflación
9Togo10,95Desempleo
10Malta11,062Inflación

Fuente: elaboración propia con datos del HAMI 2022 – National Review Magazine 

Suiza encabeza la lista gracias a la increíble reducción de su deuda pública. Kuwait ha tenido, a pesar de sus problemas políticos, una reducción del desempleo, la inflación y la tasa de interés. El resto de los países “aunque sorprenda a algunos (…) han tenido un buen desempeño económico (…) y los buenos números, son buenos números” (Hanke, Índice de miseria de Hanke 2022: ¿quién es miserable y quién feliz?, 2023).

Gráfico 1: Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI) para Paraguay, 2013-2022. 

Fuente: elaboración propia con datos del HAMI 2013 al 2022 

Paraguay ha pasado de tener un HAMI de 19,1 en 2012 a uno de 43,7 en 2022. Hanke encontró que el factor principal que contribuye a la miseria en Paraguay es la tasa de interés. Tal y como expone el mismo Hanke, “tasas de interés más altas significan créditos más costosos y más miseria para los deudores”, lo que explica el HAMI del país. 

Llegó a estar en el puesto 17 de los países más miserables del mundo en el 2019. Obtuvo el puesto 51 en el 2020, saliendo de los 50 países más miserables del mundo. En la última edición (2022), quedó en el puesto 48, cuatro puestos por debajo del que tuvo en 2021 (44). Esto denota mejoras en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la miseria de las personas por parte de los hacedores de políticas públicas. Aun así, es bien sabido que Paraguay tiene mucho por hacer en materia de desarrollo económico, de manera a aumentar la calidad de vida de su población.

En una entrevista al creador del HAMI, este expuso que “Paraguay tiene un estado y gobierno muy débil, (…) estos flagelos afectan la performance económica y desarrollo económico del país. (…) Debido a la corrupción generalizada, al Paraguay le es muy difícil de mantener instituciones estables y desarrollo económico sustentable. (…) Se encuentra en una guerra continua contra los cárteles del narcotráfico (…). (…) Mantiene altos índices de corrupción en el sistema judicial. (…) Paraguay sufre de muchos problemas endémicos. A pesar de que la economía del Paraguay ha tenido buen rendimiento en los últimos años, se encuentra sumamente dependiente a la agricultura, la cual ha causado una volatilidad excesiva por motivos de condiciones climáticas y por el precio de productos. (…) La miseria se genera por altos niveles de inflación, altos costos de préstamos, y el desempleo. La mejor forma de mitigar, aliviar esta miseria es el crecimiento económico” (Tase, 2020).

Considerando todo esto, S. Hanke insta a Paraguay a adoptar las medidas utilizadas por Lee Kuan Yew, en 1965, Líder de Singapur. Su estrategia se basa en 4 elementos: estabilidad del dinero, descartar ayuda internacional, aspirar a tener empresas privadas competitivas de primer mundo, énfasis a la seguridad de la gente, orden pública y protección de la propiedad privada y como último pero no menos importante, el elemento principal es un gobierno pequeño y transparente (Tase, 2020).

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