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4 de mayo de 2024

El rol crucial de la economía conductual en la formulación de políticas efectivas

El estudio de la economía ha evolucionado con el tiempo, incorporando diversas disciplinas para comprender mejor las decisiones y comportamientos de los individuos en el ámbito económico. En este contexto, la economía del comportamiento ha emergido como una herramienta que busca comprender y abordar las limitaciones cognitivas y los sesgos que influyen en las decisiones económicas.

Por ello, es fundamental entender cómo la economía del comportamiento puede llegar a ser un factor clave para la construcción y elaboración de políticas efectivas para nuestro país.

Por Cecilia González Paniagua

 Un sistema económico es el conjunto de reglas que rigen la economía de una zona geográfica. A través del estudio de la economía podemos entender que el consumo es uno de los pilares más fundamentales del mismo y por ende podemos entender que su origen radica en las decisiones de las personas.

Las decisiones humanas no siempre siguen un patrón racional, incluso cuando se cuenta con información adecuada. En muchas ocasiones, las elecciones que realizamos pueden tener consecuencias negativas a corto o largo plazo. A veces, aunque sepamos lo que deberíamos hacer, nos resistimos a hacerlo, o simplemente no lo llevamos a cabo. Además, nuestros impulsos emocionales también influyen en las decisiones que tomamos.

Por ello, incorporar fundamentos psicológicos que describen de manera más realista la forma de actuar del ser humano, amplía el poder de efectividad y seguridad del sistema económico. En consecuencia, se convierte en un instrumento importante en el conjunto de herramientas que todo profesional interesado en promover un cambio de comportamiento específico debe manejar.

Tomando en cuenta las diferentes limitaciones cognitivas a las que se enfrentan los seres humanos, la economía del comportamiento ofrece a los hacedores de política la posibilidad de mejorar el diseño de las políticas públicas y privadas y, por ende, de potenciar sus resultados. Así, es cada vez más utilizada por gobiernos y organismos reguladores para lograr políticas más eficientes.

Con contribuciones de la psicología, una de las ramas de la economía llamada “economía del comportamiento” incorpora la idea de que todos tenemos sesgos del comportamiento cuando tomamos decisiones, y que algunos de ellos se pueden cambiar. Incorporar esta visión más realista al diseño de políticas públicas puede volverlas más efectivas. 

Para orientar las decisiones de la gente en direcciones que mejoren sus vidas, los gobiernos pueden darles a los ciudadanos un pequeño empujón o “nudge”, al presentar los temas de cierto modo, sin prohibir ninguna opción.

De acuerdo a economistas como Richard Talher es importante delinear que los modelos productos, servicios y estrategias no se encuentre dirigido al conocido Homo economicus que vive en los libros de textos y no comete errores, debe estar dirigido al humano que comete errores y toma decisiones bajo factores más allá de la lógica.

Él porque es importante analizar el comportamiento de los agentes económicos se orienta específicamente sobre la toma de decisiones en diferentes entornos, dimensionar cómo van a entender las personas la información, de lo contrario muchas estrategias y proyectos se pueden perder en el proceso de ejecución o no otorgarán los resultados esperados.

Podemos agregar además que dentro de la economía conductual se mencionan fundamentos que se presentan como herramientas de utilidad para la mejora de las políticas una de ellas es la llamada “Arquitectura de las decisiones” la cual consiste en la intervención en la forma como los contextos ayudan a las personas a tomar mejores decisiones con la información disponible y en el suficiente entendimiento de su naturaleza conductual. En este sentido, la psicología conductual y la economía experimental han identificado algunas condiciones de comportamiento humano que entran en juego una vez se desarrolla un ajuste en la arquitectura de las decisiones.

En un inicio se podría exponer  los problemas de autocontrol de las personas, es decir, su disposición a querer los beneficios ahora y los costes después en sus decisiones, sobre todo, en términos de consumo. 

Una segunda condición son los problemas de dificultad en el caso de decisiones que requieren demasiada información o experiencia más allá de lo probable de adquirir por una persona de a pie. Una tercera condición es la frecuencia de algunas decisiones en tanto su rareza impide la práctica y el desarrollo de experticia por parte de las personas. 

El feedback se refiere a que algunas decisiones y procesos son malos para proporcionar retroalimentación sobre los efectos e implicaciones de las decisiones tomadas por cada persona. O en ocasiones, una persona puede escoger A dejando de lado conocer el feedback de B, evitando tener información comparativa. Finalmente, las preferencias son una condición del comportamiento humano que explica la dificultad que pueden tener las personas en definir lo que quieren de forma clara.

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